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El copago y la corrupción entran en campaña electoral
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Antonio Casado

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El copago y la corrupción entran en campaña electoral

El “copago” sanitario y la corrupción se mezclaron con las encuestas publicadas al borde del plazo oficial en vísperas de las elecciones en Asturias y Andalucía.

El “copago” sanitario y la corrupción se mezclaron con las encuestas publicadas al borde del plazo oficial en vísperas de las elecciones en Asturias y Andalucía. Ni por esas. Al enfilar el último tramo de una aburridísima campaña, podemos decir que solo interesa el resultado. O sea, que los candidatos y el resto de actores se pueden ahorrar los cinco días de campaña que faltan. Incluso se podían haber ahorrado la totalidad de la farsa e ir directamente al recuento del domingo que viene por la noche, en la seguridad de que los viajes, los mítines y las pedradas verbales de ida y vuelta no iban a modificar sustancialmente el voto de asturianos y andaluces.

Salvo improbable matrimonio de conveniencia de segundas nupcias entre Álvarez Cascos y el PP, me parece que Rajoy tendrá que resignarse a que Asturias se convierta en la temida isla socialista, aún bajo el signo de la inestabilidad. Y en Andalucía, lo normal es el higiénico desalojo del PSOE y la formación de un Gobierno del PP con mayoría absoluta. El notición, por inesperado, sería la formación de un gobierno de izquierdas (PSOE-IU), que no ha acabado de descartarse en las encuestas del pasado fin de semana.

Un fin de semana con el copago y la corrupción de estrellas invitadas. Marianismo en rama: “Personalmente yo no soy partidario del copago en la Sanidad”. Dicho cinco minutos después de que el PP facilite la implantación del copago farmacéutico en Cataluña, equivalía a dictar a Rubalcaba el guión de sus mítines: “Rajoy nos miente por tercera vez. Primero, que no subiría impuestos. Segundo, que no apostaría por un despido más fácil. Y tercero, que nunca defenderá el copago”. Claro que al declararse contrario a título personal tal vez esté dejando la puerta a abierta para que no él sino el Gobierno del PP lo acabe aprobando con su voto en contra.

En materia de corrupción, por desgracia para los españoles, ninguno de los dos grandes partidos está exento de culpa. Dicho sea en esos términos por no desmentir a Jesús Iglesias, candidato en Asturias por IU, cuando dice con toda propiedad: “Somos el único partido que no tiene casos de corrupción”

En materia de corrupción, por desgracia para los españoles en general, ninguno de los dos grandes partidos está exento de culpa. Dicho sea en esos términos por no desmentir a Jesús Iglesias, candidato a la presidencia asturiana por IU, cuando dice con toda propiedad: “Somos el único partido que no tiene casos de corrupción”.

A lo mejor es cuestión de tamaño porque en plena campaña tanto el PP como el PSOE, los grandes, han tenido donde elegir en el intercambio de reproches. A su disposición, dos clásicos de la temporada: el escándalo de los EREs, con el encarcelamiento de Javier Guerrero, y el caso Gürtel, con ese revival judicial que imputa de nuevo a Luís Bárcenas, Jesús Merino y Ricardo Galeote. Sin olvidar la derivada asturiana. Si el agitador es el aspirante Cascos apuntará al caso Marea, que llevó a prisión a varios altos cargos del Gobierno socialista presidido por Álvarez Areces. Pero si quien habla es el candidato socialista, Javier Fernández, o el diputado Gaspar Llamazares (IU), apuntarán al candidato del FAC y sus peligrosas amistades con Luís Bárcenas y un contratista preferente de AENA llamado Francisco Correa, cuando Álvarez Cascos era el ministro de Fomento.

Qué pereza.

El “copago” sanitario y la corrupción se mezclaron con las encuestas publicadas al borde del plazo oficial en vísperas de las elecciones en Asturias y Andalucía. Ni por esas. Al enfilar el último tramo de una aburridísima campaña, podemos decir que solo interesa el resultado. O sea, que los candidatos y el resto de actores se pueden ahorrar los cinco días de campaña que faltan. Incluso se podían haber ahorrado la totalidad de la farsa e ir directamente al recuento del domingo que viene por la noche, en la seguridad de que los viajes, los mítines y las pedradas verbales de ida y vuelta no iban a modificar sustancialmente el voto de asturianos y andaluces.