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Desliz electoralista de Rajoy en el homenaje a 'la Pepa'
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Antonio Casado

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Desliz electoralista de Rajoy en el homenaje a 'la Pepa'

Aunque las encuestas no acaben de dar por hecha la mayoría absoluta del PP en Andalucía, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, nunca debió caer en

Aunque las encuestas no acaben de dar por hecha la mayoría absoluta del PP en Andalucía, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, nunca debió caer en la tentación de apuntalar la campaña electoral de su partido en el homenaje institucional a la Constitución de 1812. No venía a cuento. Las mismas referencias al “cambio” y las “reformas” como antídotos del conformismo y la resignación le sirvieron para el acto de San Felipe Neri, ante las más altas representaciones del Estado, y para su mitin electoral del día anterior también en Cádiz.

Al menos desde el punto de vista estético fue poco elegante sentar cierto paralelismo entre el espíritu reformista del asambleismo gaditano (aquella especie de 15-M de los ilustrados españoles) y el programa de reformas fletado por el Gobierno del PP a escala nacional y autonómica. Algunos sentimos algo parecido al bochorno cuando ayer escuchamos al presidente del Gobierno decir, refiriéndose a la Pepa, que “el espíritu inmovilista se alzó frente al inmovilismo y la resignación en estas tierras andaluzas”, en descarada sintonía con el argumentario oficial de la campaña del PP ante las elecciones del domingo.

Al tratarse de un acto institucional, Rajoy no debió haber sido tan explícito si lo que quería era apelar al espíritu de los ochocentistas de Cádiz como fuente de valores para superar la crisis que nos agobia

Al tratarse de un acto institucional, Rajoy no debió haber sido tan explícito si lo que quería era apelar al espíritu de los ochocentistas de Cádiz como fuente de valores para superar la crisis que nos agobia. Y además no tenía ninguna necesidad. El Rey lo hizo unos minutos después (nos recomienda inspirarnos en la Constitución de Cádiz para afrontar “las serias dificultades por las que nuestro país atraviesa en la actualidad”) y a nadie se le ha ocurrido pensar que estaba tomando partido por los planes reformistas del actual Gobierno.

Fue la única salida de tono de una solemne conmemoración en la que el propio Mariano Rajoy, hecha la salvedad anterior, fue justamente oportunista. Pero en nombre de todos los españoles y no de una facción política, aunque esté en el poder. Por ahí fueron sus necesarias apelaciones al patriotismo, a la vigencia de los principios proclamados en el texto de 1812 (igualdad ante la ley, división de poderes, respeto a los derechos humanos…) y a su impacto en el mundo de habla española. Especialmente oportuna, por razones que están en la mente de todos, fue su apuesta en el aquí y ahora por la Monarquía “como piedra angular del edificio constitucional”.

Más difícil, sin embargo, lo tenía el rey don Juan Carlos. ¿Cómo rendir homenaje a una Constitución progresista en nombre de una Monarquía que la apadrinó y la reventó cinco minutos después de ser promulgada? Por supuesto, la misma Monarquía borbónica que hoy apadrina felizmente la no menos progresista pero mucho más duradera Constitución de 1978. El Rey renovó la “firme alianza” de la Corona con el pueblo español como depositario de la soberanía nacional. Y eso fue suficiente para entender que él nunca se hubiera puesto de parte de su antecesor, Fernando VII, hace doscientos años (“La Nación estuvo muy por encima”,dijo). Se agradece el detalle, a pesar de la ucronía.

Aunque las encuestas no acaben de dar por hecha la mayoría absoluta del PP en Andalucía, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, nunca debió caer en la tentación de apuntalar la campaña electoral de su partido en el homenaje institucional a la Constitución de 1812. No venía a cuento. Las mismas referencias al “cambio” y las “reformas” como antídotos del conformismo y la resignación le sirvieron para el acto de San Felipe Neri, ante las más altas representaciones del Estado, y para su mitin electoral del día anterior también en Cádiz.

Mariano Rajoy