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Palabra de Rajoy, dinero público y banca averiada
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Antonio Casado

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Palabra de Rajoy, dinero público y banca averiada

Mariano Rajoy lo dijo en todos los idiomas: lo peor de un Gobierno es que no sea previsible. Marca de la casa. Cinco meses después de

Mariano Rajoy lo dijo en todos los idiomas: lo peor de un Gobierno es que no sea previsible. Marca de la casa. Cinco meses después de las elecciones generales la casa ha batido el récord de decisiones imprevisibles. Un lector de El Confidencial escribía ayer en uno de nuestros foros: “A Zapatero se le veía venir, a Rajoy no”. Y eso explica de algún modo que a estas alturas, cuarenta y ocho horas después de la todavía inexplicada caída de Rodrigo Rato, discutir sobre el futuro de Bankia en función del Consejo de Ministros del viernes (¿nacionalización?, ¿rescate?, ¿intervención? ¿con dinero de los bancos? ¿con dinero de los contribuyentes?) es hablar por hablar.

A la espera del desenlace, el debate político y mediático se ha centrado en la eventual utilización de dinero público para devolverle el color a la manzana podrida sin sacarla del cesto. Lo primero, el recurso a la caja común, pone en guardia a los ciudadanos. Y lo segundo, por el miedo al contagio, no suaviza precisamente la mirada desconfiada de los inversores sobre la economía española. Sin embargo, nadie discute la necesidad de que los poderes públicos hagan lo posible por evitar las averías en el sistema productivo. Y por repararlas si se detectan, mediante la sustitución de piezas si hace falta. Sobre todo las que forman parte de la estructura y son claves en el funcionamiento de dicho sistema. Como la banca.

¿Quién va a pagar la factura? Esa es la pregunta que pone en guardia al ciudadano perplejo por la facilidad con la que se hablan de miles de millones de euros para sanear bancos, mientras se cierran hospitales en nombre de la austeridad o se desaloja por impago a cientos de familias de sus viviendas

En eso la coincidencia del Gobierno y el principal partido de la oposición es plena. Ayer mismo el líder del PSOE, Pérez Rubalcaba, declaraba en la radio que “el Estado no puede desentenderse de la situación de un banco, entre otras cosas porque guarda los ahorros de muchísimos españoles”. Cierto, pero no sólo. También guarda el efecto multiplicador de sus participaciones accionariales en empresas estratégicas, el control de los flujos crediticios y la clave del destino de millones de españolitos.

Por todo eso, y a la vista del tamaño de esta entidad financiera, hemos dado en calificar de “sistémico” el riesgo de Bankia (se manejan cifras que van de los 20.000 a los 30.000 millones de euros) que el Gobierno está obligado a conjurar reparando la pieza averiada y no eliminándola. ¿Quién va a pagar la factura? Esa es la pregunta que pone en guardia al ciudadano perplejo por la facilidad con la que se habla de miles de millones de euros para sanear bancos, mientras se cierran hospitales en nombre de la austeridad o se desaloja por impago a cientos de familias de sus viviendas.

Tenemos la palabra Mariano Rajoy : “No pienso dar ni un solo euro de dinero público a los bancos ni a las cajas”, dijo en el debate televisado con Rubalcaba aquel 7 de noviembre de 2011, en vísperas de las elecciones generales. O sea, una palabra enlatada. También tenemos otra mucho más reciente. Ayer, en el Senado: “El único dinero público que se ha dado a un banco lo dio el PSOE”. Sin aclarar si habrá o no dinero público para los bancos en el decreto que el Gobierno llevará al Consejo de Ministros de pasado mañana. El día anterior le había confesado a Carlos Herrera que no descarta inyectar dinero público en el sistema bancario.

Con esos antecedentes, hagan sus apuestas.

Mariano Rajoy lo dijo en todos los idiomas: lo peor de un Gobierno es que no sea previsible. Marca de la casa. Cinco meses después de las elecciones generales la casa ha batido el récord de decisiones imprevisibles. Un lector de El Confidencial escribía ayer en uno de nuestros foros: “A Zapatero se le veía venir, a Rajoy no”. Y eso explica de algún modo que a estas alturas, cuarenta y ocho horas después de la todavía inexplicada caída de Rodrigo Rato, discutir sobre el futuro de Bankia en función del Consejo de Ministros del viernes (¿nacionalización?, ¿rescate?, ¿intervención? ¿con dinero de los bancos? ¿con dinero de los contribuyentes?) es hablar por hablar.

Mariano Rajoy