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Bankia pública y reforma financiera de nunca acabar
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Antonio Casado

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Bankia pública y reforma financiera de nunca acabar

Es una buena noticia el apoyo del PSOE a la nacionalización parcial y temporal de Bankia. Perfectamente congruente con la sintonía que el Gobierno y el

Es una buena noticia el apoyo del PSOE a la nacionalización parcial y temporal de Bankia. Perfectamente congruente con la sintonía que el Gobierno y el principal partido de la oposición, aún con los papeles cambiados en la anterior Legislatura, han venido manteniendo desde que se inició este cuento de nunca acabar que es la reforma financiera. Y además oportuna como calmante de esa desconfiada mirada que los inversores dirigen a un país que debe el 90% de lo que tiene.

También importan los modales, aunque el Gobierno suspende esa asignatura. Tal vez porque el fondo es tan turbio que en Moncloa no sobra tiempo ni energía para ocuparse de la forma. Así se explicaría la paradoja de que fuese el líder del PSOE, Pérez Rubalcaba, tan en ayunas como el resto de los ciudadanos sobre lo sucedido en la sala de máquinas del cuarto portaviones financiero de España, quien se adelantara a tranquilizar a los 10 millones de clientes de Bankia.

La nacionalización de Bankia va en la buena dirección a ese respecto porque se avala con el prestigio de un Estado que, a diferencia de Grecia, por ejemplo, tiene unas instituciones muy sólidas y hoy por hoy presenta un alto grado de estabilidad política.

Un desajuste reparado ayer tarde con la convocatoria del ministro de Economía, Luis de Guindos, a una delegación socialista encabezada por su secretario general. Por muchos reparos que Rubalcaba ponga al según y cómo del dinero público en la operación, amén de su tacticismo para extender la común voluntad de pacto a los recortes en Sanidad y Educación, queda fuera de duda el apoyo del principal partido de la oposición a la entrada del Estado en Bankia.

Fue más allá la reunión de ayer. La sintonía abarca este cuarto intento de reforma financiera de paso por el Consejo de Ministros de hoy. Otra vez volvemos a hablar de reestructuraciones, provisiones, balances tuneados, activos tóxicos, etc. Cuarto intento, insisto, porque, como diría el liberal Montoro, “si tú no te ajustas ya te ajustará el mercado”. Y es lo que está ocurriendo  después de tantas trampas en el solitario como se ha venido haciendo el Gobierno de España con la incomprensible desidia del gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, que va a salir tan mal parado como Rodrigo Rato de esta pesadilla. La responsabilidad alcanza al Gobierno de ahora y al anterior. Sobre todo al anterior, extraviado en sus necios elogios a la banca española como si, según decía Zapatero, fuese la más solvente del mundo.

Esperemos, pues, que a la cuarta vaya la vencida para que Bruselas y los mercados dejen de fijar su mirada descreída sobre uno de los dos puntos negros de la economía española: la banca. El otro, como ustedes saben, es lo que en Bruselas llaman “el gasto de las regiones”. La nacionalización de Bankia va en la buena dirección a ese respecto porque se avala con el prestigio de un Estado que, a diferencia de Grecia, por ejemplo, tiene unas instituciones muy sólidas y hoy por hoy presenta un alto grado de estabilidad política. El apoyo de la oposición a la reforma financiera y, en concreto a la entrada del Estado en Bankia es una prueba más.

Es una buena noticia el apoyo del PSOE a la nacionalización parcial y temporal de Bankia. Perfectamente congruente con la sintonía que el Gobierno y el principal partido de la oposición, aún con los papeles cambiados en la anterior Legislatura, han venido manteniendo desde que se inició este cuento de nunca acabar que es la reforma financiera. Y además oportuna como calmante de esa desconfiada mirada que los inversores dirigen a un país que debe el 90% de lo que tiene.