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Elogio del ministro que metió en cintura a las autonomías
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Antonio Casado

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Elogio del ministro que metió en cintura a las autonomías

Únicamente Asturias suspendió el examen del Gobierno en el Consejo de Política Fiscal y Financiera. Pero pasará en segunda vuelta, una vez garantizada la estabilidad política

Únicamente Asturias suspendió el examen del Gobierno en el Consejo de Política Fiscal y Financiera. Pero pasará en segunda vuelta, una vez garantizada la estabilidad política de la región. El ministro de Hacienda la manda a la repesca dentro de quince días. Es justo y necesario levantar acta del coraje político que Montoro está demostrando en la difícil tarea de imponer la disciplina presupuestaria en las Comunidades Autónomas sin reparar en la filiación política de sus gobernantes.

La buena disposición de dichos gobernantes a no desbordar el comprometido 1,5 % de déficit, aunque sea por imperativo legal (Ley de Estabilidad Presupuestaria) y aunque sea a voz en grito (Montoro y la consejera andaluza, Martínez Aguayo), contrastó ayer con la soledad del Gobierno en la convalidación parlamentaria de los recortes en Sanidad (7.000 millones de euros) y Educación (3.000 millones de euros) que precisamente han de ser aplicados a escala autonómica en el ejercicio de las competencias propias de las Comunidades.

Hacer frente común con el Gobierno central en el saneamiento de la economía no impide el consabido marcaje de distancias políticas o ideológicas

Curiosa discordancia entre la dinámica parlamentaria agitada por los partidos políticos y la gestión de una realidad más próxima al ciudadano. Tal vez eso explique salidas de tono como la de un compañero de partido del ministro de Hacienda, que dice en Sevilla contra el Gobierno andaluz las mismas cosas que Elena Valenciano dice en Madrid contra el Gobierno de Rajoy. Como lo oyen: el secretario general el PP de Andalucía, Antonio Sanz, calificó ayer de “brutal e histórico” el “recortazo” dictado por el Gobierno de José Antonio Griñán. ¿Estará el PP andaluz contra los ajustes escritos en la partitura de Moncloa?

El propio Montoro elogió la actitud del Gobierno andaluz en vísperas del examen de ayer. Eso nos da pie para celebrar que no haya insumisión andaluza en la lucha contra el déficit público so pretexto de trabajarse una alternativa al servicio de Rubalcaba. Hacer frente común con el Gobierno central en el saneamiento de la economía no impide el consabido marcaje de distancias políticas o ideológicas. De hecho, el plan presentado por la Junta, tras los retoques de última hora, cumple con el objetivo de déficit marcado por el Gobierno sin tocar los servicios públicos, sin privatizar ningún hospital, sin subir las tasas universitarias, sin copago sanitario, sin despidos de funcionarios -aunque sí recortes-, mientras que en educación no sube la ratio de alumnos por aula y se mantienen derechos como libros gratuitos, comedores, aulas matinales y ordenadores.

Me fui del asunto. Quería hacer un elogio del trabajo de Montoro. Por haber elevado el compromiso de las Autonomías en el saneamiento de la marca España. Por dar la cara. Por desplegar un discurso deshabitado de paños calientes, advirtiendo siempre que se hace lo que hay que hacer porque nos conviene y no porque no tengamos otro remedio. Rajoy diría que ha de tomar decisiones que no le gustan. Montoro las pone en valor: “Las hacemos porque son buenas para la economía española“.

Se puede discrepar de sus decisiones pero su sinceridad y su determinación son de agradecer. Así es como se gana crédito político. Y autoridad para arrancar el aplauso empresarial cuando, saliendo al paso de Krugman el agorero, dijo anteayer en Barcelona que de corralito, nada de nada.

Únicamente Asturias suspendió el examen del Gobierno en el Consejo de Política Fiscal y Financiera. Pero pasará en segunda vuelta, una vez garantizada la estabilidad política de la región. El ministro de Hacienda la manda a la repesca dentro de quince días. Es justo y necesario levantar acta del coraje político que Montoro está demostrando en la difícil tarea de imponer la disciplina presupuestaria en las Comunidades Autónomas sin reparar en la filiación política de sus gobernantes.