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Dos buenas noticias contra la política de la tijera
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Antonio Casado

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Dos buenas noticias contra la política de la tijera

Antes el sometimiento de los pueblos se lograba por las armas. Ahora se logra por las deudas. Antes mandaban los ejércitos y ahora mandan los acreedores.

Antes el sometimiento de los pueblos se lograba por las armas. Ahora se logra por las deudas. Antes mandaban los ejércitos y ahora mandan los acreedores. Pero el poder financiero no solo ha desplazado al poder militar como palanca de dominación. El principio de soberanía nacional y la razón democrática que lo inspira dan un paso atrás. Se someten al código de relaciones deudor-acreedor. Al menos hasta la recuperación con creces del dinero prestado so pena de desahucio al insolvente, ya sea éste un individuo, una familia, una empresa o un país.

Son las reglas. Aquí las seguimos como alumnos aplicados. Para saber cómo vamos a salir de ésta prestamos muchísima más atención a lo que dice Angela Merkel que a lo que dice Mariano Rajoy. Importa mucho más el minuto y resultado de la prima de riesgo que el contrato democrático de los españoles con su Gobierno. En los medios reinan las declaraciones de Draghi, la marcha de la Bolsa, las profecías de Krugman, las desventuras de Bankia o el último sobresalto del déficit autonómico, pero no el sufrimiento de miles de familias atrapadas en la ratonera de la crisis (desahucios, despidos, paro laboral, pobreza creciente…). Eso no sale en las primeras páginas de la Prensa.

A escala de pueblo políticamente organizado, España asume con disciplinada resignación el imperativo de la austeridad dictada por el Gobierno legítimo. Pero la política de la tijera es insolidaria e injusta porque afecta a las capas más débiles, las más sometidas, las que están al final de la escala

A escala de pueblo políticamente organizado, España asume con disciplinada resignación el imperativo de la austeridad dictada por el Gobierno legítimo. Pero la política de la tijera es insolidaria e injusta porque afecta a las capas más débiles, las más sometidas, las que están al final de la escala. En nuestro caso ni siquiera garantiza el ansiado equilibro fiscal en los plazos fijados, como ya asumen los jerarcas de Bruselas y los analistas de nuestro entorno. También lo dice Rajoy, aunque en la intimidad.

Y en la intimidad reconoce que está deseando una tregua en el calendario comprometido: el 5,3 % de déficit en 2012 y el 3% en 2013. En realidad ya cuenta con ella. Que la UE no le cambie los objetivos pero sí los plazos. Un año más de tiempo para llegar a ese 3%, pero no será él quien lo pida, por no mimetizarse con su adversario político interior, Rubalcaba, con ronquera de muchos meses de tanto reclamar esa revisión del calendario fiscal. Va camino de conseguirlo. La decisión será anunciada oficialmente el próximo día 30, una vez que Bruselas haya dado el visto bueno a los recortes de gasto en las Autonomías. Ha sido algo más que un guiño del presidente de la Comisión, Durao Barroso, dispuesto a aplicar el Plan de estabilidad “con inteligencia” y teniendo en cuenta “las circunstancias de cada país”.

Es una de las dos buenas noticias que nos esperan, después de una semana trágica, en la que el Gobierno estuvo al borde del KO y la economía española de nuevo al borde del abismo. La otra tiene que ver con las medidas reactivadoras que la UE llevará a la cumbre informal de mañana en Bruselas: reactivación del Banco Europeo de Inversiones, bonos europeos para financiar grandes infraestructuras y un uso más eficiente de los fondos estructurales. Solo con eso España ha de salir beneficiada. Y si además ganan terreno las propuestas de impulso al crecimiento apadrinadas por François Hollande, en su primera cumbre europea, mejor que mejor para la “agenda reformista” de Rajoy, hoy por hoy cautiva de las políticas de austeridad.

Antes el sometimiento de los pueblos se lograba por las armas. Ahora se logra por las deudas. Antes mandaban los ejércitos y ahora mandan los acreedores. Pero el poder financiero no solo ha desplazado al poder militar como palanca de dominación. El principio de soberanía nacional y la razón democrática que lo inspira dan un paso atrás. Se someten al código de relaciones deudor-acreedor. Al menos hasta la recuperación con creces del dinero prestado so pena de desahucio al insolvente, ya sea éste un individuo, una familia, una empresa o un país.