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Los mercados desmienten a Mariano Rajoy una vez más
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Antonio Casado

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Los mercados desmienten a Mariano Rajoy una vez más

Quedábamos ayer en que las dudas son como las termitas respecto al relato servido por el Gobierno aquí y ahora, apenas un año después de que

Quedábamos ayer en que las dudas son como las termitas respecto al relato servido por el Gobierno aquí y ahora, apenas un año después de que el PP dijera de Zapatero: “La prima de riesgo es usted”. Apenas un año después de que el Gobierno pidiera a la oposición que echara una mano o, al menos, no pusiera palos en la rueda. Con los papeles cambiados el requerimiento es el mismo pero todo sigue mucho peor. Se asume el requerimiento. Sin llegar a los extremos del ministro Luis de Guindos cuando invita a los directores de medios a elegir entre patriotismo y periodismo, pero se comparte el fondo del asunto. Y se acepta en momentos tan delicados, sin que a nadie se le ocurra sentirse censurado en esta llamada a la sensatez.

Más de la mitad de los 59 economistas consultados por la agencia Reuters consideran “probable” o “muy probable” la intervención de España. Cuando te enteras tienes ganas de ponerte en primer tiempo de saludo, pero ¿cómo apuntarte a un discurso reñido con la realidad? Ya ocurrió con motivo del rescate bancario, cuando tanto Bruselas como la prensa internacional tenían que desmentir a Moncloa respecto a distintos aspectos de la operación. El camuflaje semántico se ha hecho tan habitual en este Gobierno como lo era en el anterior. De hecho Rajoy ha evitado el uso de la palabra “rescate”, aunque nadie llamaría de otro modo el salvamento de quien está a punto de ahogarse.

La reacción verbal de Mariano Rajoy sobre la victoria electoral de sus correligionarios de Nueva Democracia rebotó en todos los medios informativos a primeras horas de la mañana de ayer. Pero una vez más el discurso del Gobierno fue por un lado y los mercados por otro

Lo último del presidente ha sido su diagnóstico sobre lo ocurrido en Grecia donde, como es sabido, la derecha europeísta se impuso en las urnas el domingo pasado. La reacción verbal de Mariano Rajoy sobre la victoria electoral de sus correligionarios de Nueva Democracia rebotó en todos los medios informativos a primeras horas de la mañana de ayer. Exactamente en estos términos: “Es una muy buena noticia para Grecia, para España y para la UE”. Pero una vez más el discurso del Gobierno fue por un lado y los mercados por otro.

¿Buena noticia? Sí, pero con muy poco recorrido. Digamos que la perspectiva de una Grecia políticamente más estable puede haber servido para prevenir o evitar una ola de pánico en los mercados. No obstante, los problemas de de base siguen ahí. Los de Grecia, porque sigue siendo un pozo sin fondo. Los de España, porque sigue suscitando la desconfianza de los mercados y de las instituciones internacionales. Y los de Europa, porque le sigue apremiando lo urgente (ir tapando agujeros como el rescate de la banca española) y apenas le queda tiempo para lo importante (la integración fiscal y bancaria en una reinventada UE).

Mejor noticia es la mundialización de la crisis del euro impulsada por Obama (la mundialización, no la crisis) y escenificada en Los Cabos (México). Los países del G-20 detectan en la recesión de Europa un riesgo cierto de contagio. Tomar conciencia de ese riesgo puede ser el principio de una política económica para Europa más inclinada hacia la reactivación y menos cautiva del rigor fiscal cueste lo que cueste. Por ahí van las tesis de Barack Obama y Francois Hollande, que sólo ganarán terreno en la medida que Angela Merkel de su brazo a torcer. España saldría ganando.

Quedábamos ayer en que las dudas son como las termitas respecto al relato servido por el Gobierno aquí y ahora, apenas un año después de que el PP dijera de Zapatero: “La prima de riesgo es usted”. Apenas un año después de que el Gobierno pidiera a la oposición que echara una mano o, al menos, no pusiera palos en la rueda. Con los papeles cambiados el requerimiento es el mismo pero todo sigue mucho peor. Se asume el requerimiento. Sin llegar a los extremos del ministro Luis de Guindos cuando invita a los directores de medios a elegir entre patriotismo y periodismo, pero se comparte el fondo del asunto. Y se acepta en momentos tan delicados, sin que a nadie se le ocurra sentirse censurado en esta llamada a la sensatez.

Mariano Rajoy