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Carlos Dívar se va con mucha soledad y poca gloria
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Carlos Dívar se va con mucha soledad y poca gloria

Empezó mal y acabó peor. Aquel extraño nombramiento apadrinado por Rodríguez Zapatero ante un sumiso Consejo General del Poder Judicial, en contra de la vicepresidenta Fernandez

Empezó mal y acabó peor. Aquel extraño nombramiento apadrinado por Rodríguez Zapatero ante un sumiso Consejo General del Poder Judicial, en contra de la vicepresidenta Fernandez de la Vega, en contra del ministro José Antonio Alonso –ambos jueces- y en contra de los magistrados del Tribunal Supremo, ha terminado como el rosario de la aurora. No hay mal que por bien no venga. Los vocales se han juramentado para impedir una nueva intromisión del Gobierno en el nombramiento del sustituto, que es una tarea exclusiva del CGPJ. Lo tienen difícil pero están dispuestos a pelearlo. Algo habríamos ganado.

La dimisión de Carlos Dívar, abandonado a su suerte por sus compañeros, fue un trámite deshabitado de grandeza. Ante el pleno del CGPJ resignó ayer el cargo en un discurso frío y distante. Básicamente dijo tres cosas. La primera, que asumía la pérdida de confianza en su persona. La segunda, que había sido objeto de una campaña “cruel” y “desproporcionada”. La tercera, que no guarda rencor a nadie, sin dejar de mirar a Gómez Benítez. Después no quiso abrir turno de palabra: “Pasamos al siguiente punto del orden del día”.

El punto siguiente era la propuesta de destitución presentada por el mencionado vocal pero ya no tenía sentido, según dijo el interesado al retirarla. “Siguiente punto del orden del día: informe sobre la reforma del Código Penal”. Como si no hubiera pasado nada.  Después de una votación por el aplazamiento de esa tarea, se levantó la sesión y Dívar hizo mutis dejando con un palmo de narices a los vocales. Luego escuchamos la voz del vicepresidente, Fernando de Rosa, que compareció en posterior rueda de Prensa escoltado por los vocales. Así se suponía la unanimidad en el agradecimiento a los servicios prestados por el aún presidente del Poder Judicial. Su cese, pendiente de la firma del Rey y el presidente del Gobierno, no se publicará en el BOE hasta mañana. Es entonces cuando De Rosa asumirá las funciones de presidente del CGPJ y José Antonio Xiol las de presidente del Tribunal Supremo.Absolutamente alejado de la realidad, Dívar ha terminado solo y sin apoyos. Nunca quiso dar explicaciones y desoyó los consejos de su gente más afín. En determinada ocasión, casi se sintió ofendido porque uno de los vocales le sugirió que hiciera lo que hizo el Rey cuando se extravió por la senda de los elefantes.

Aunque ya es un juguete roto, Dívar no dejó de hablar desde un pedestal en el pleno de ayer. Absolutamente alejado de la realidad, ha terminado solo y sin apoyos. Nunca quiso dar explicaciones por el escándalo de las facturas y desoyó los consejos de su gente más afín. En determinada ocasión, casi se sintió ofendido porque uno de los vocales le sugirió que hiciera lo que hizo el Rey cuando se extravió por la senda de los elefantes. El no tenía nada por lo que disculparse porque no veía nada malo por hacer gastos privados con cargo al dinero público. Los suyos y los de su escolta y asistente personal, Jerónimo Escorial, el que le salvó la vida en un intento de atentado terrorista, el que le ha generado una fuerte relación de dependencia a lo largo de 24 años y el que ha logrado formar una montaña de expedientes judiciales en el pasillo para habilitarse un despacho junto al del jefe.

Los esfuerzos del ministro de Justicia, Ruiz-Gallardón, y el secretario de Estado, Fernando Román (ex jefe del gabinete de Dívar) por apuntalarle, chocaron con el general sentir de la carrera judicial. No sólo con los vocales llamados “progresistas”, alguno de los cuales estuvo de su parte, como la portavoz, Gabriela Bravo. Algún día se contará como el empujón final para desalojar a Carlos Dívar de su cargo lo acabaron dando los vocales de la conservadora Asociación Profesional de la Magistratura. Su desmarque irritó al ministro, que se las tuvo tiesas con el presidente de la APM, Jesús Chamorro. Algún día lo contará, si quiere.

Empezó mal y acabó peor. Aquel extraño nombramiento apadrinado por Rodríguez Zapatero ante un sumiso Consejo General del Poder Judicial, en contra de la vicepresidenta Fernandez de la Vega, en contra del ministro José Antonio Alonso –ambos jueces- y en contra de los magistrados del Tribunal Supremo, ha terminado como el rosario de la aurora. No hay mal que por bien no venga. Los vocales se han juramentado para impedir una nueva intromisión del Gobierno en el nombramiento del sustituto, que es una tarea exclusiva del CGPJ. Lo tienen difícil pero están dispuestos a pelearlo. Algo habríamos ganado.