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Ordóñez no hace autocrítica ni nos saca de dudas
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Antonio Casado

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Ordóñez no hace autocrítica ni nos saca de dudas

Mafo pasó por la comisión Bankia del Congreso pero seguimos en ayunas. Tan solo vagas alusiones a las interferencias del Gobierno, el exceso de política en

Mafo pasó por la comisión Bankia del Congreso pero seguimos en ayunas. Tan solo vagas alusiones a las interferencias del Gobierno, el exceso de política en la reestructuración de las cajas de ahorro y una genérica reprobación de “los gestores”. El exgobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, no nos sacó de dudas respecto a la caja negra del desastre bancario en general y del caso Bankia en particular. A cambio nos regaló una excelente glosa sobre el valor de las apariencias en el mundo de las finanzas, siguiendo la doctrina de su malogrado amigo Ernest Lluch: “Al dinero no le gusta el ruido”. Vale, será ridículo presumir del “mejor sistema financiero del mundo” (Zapatero dixit), pero es peor decir que está fatal y que el supervisor no funciona. Ese fue el hilo argumental de la intervención de Fernández Ordóñez ante los diputados de la mencionada comisión parlamentaria. Dicho en otras palabras, el exgobernador de España nos vino a decir que en gran parte la crisis bancaria se desencadenó porque entre unos y otros le dimos cuartos al pregonero.

No se trata de buscar chivos expiatorios sino de depurar responsabilidades en el ámbito público en el que se movían los gestores de las cajas de ahorro, amén del Gobierno, el Banco de España y otros organismos reguladores. Responsabilidades políticas, se entiende

En todos los ángulos del problema denunció un exceso de ruido. Por sorprendente que nos parezca, ese fue su burladero. A saber: si no hubiéramos puesto en solfa el trabajo del regulador, no habríamos levantado la liebre en los mercados y además nos habríamos ahorrado la factura de las evaluadoras (“en definitiva vinieron a decir lo mismo que el Banco de España”, sostuvo). Y si el Gobierno no hubiera mangoneado para echar a Rodrigo Rato de la presidencia de Bankia, nos habríamos ahorrado la pésima imagen que dio España al quitarse de en medio a una personalidad de prestigio internacional.

De autocrítica, ni hablamos. Eso es cosa de los comunistas y de la Inquisición. Así que la insistencia en la necesidad de no lavar los trapos sucios de la banca en público fue una forma de eludir responsabilidades. La misma intención evasiva, por no decir exculpatoria, tuvo su apelación a la unidad en un momento tan dramático para España. Su tesis central es que la búsqueda de culpables del agujero negro en la banca es contraproducente. Discrepo. No se trata de buscar chivos expiatorios sino de depurar responsabilidades en el ámbito público en el que se movían los gestores de las cajas de ahorro, amén del Gobierno, el Banco de España y otros organismos reguladores. Responsabilidades políticas, se entiende. Para eso se ha creado la comisión. Aparte de las responsabilidades judiciales, que también es caso abierto respecto a Bankia.

Fernández Ordóñez, convocado por el Congreso para esclarecer lo ocurrido en Bankia y alrededores, a fin de que no vuelva a ocurrir, no es la persona indicada para hacer ese tipo de apelaciones al consenso. Tampoco era el lugar ni el momento de eludir la confrontación. No vale quedarse en el inesperada caída del crecimiento (verano 2011) o en las genéricas alusiones a una España desprevenida frente a una crisis económica para explicar cómo demonios pudo Bankia pasar en 20 días de ser una entidad solvente a necesitar un salvavidas de 20.000 millones de euros. La pregunta se la devolvió a Sánchez Llibre, diputado de CiU: “Pregúntele usted a los nuevos gestores y al Ministerio de Economía”, respondió el exgobernador. Sin más. Y eso explica por qué ayer salimos de la comparecencia de Fernández Ordóñez con la cabeza caliente y los pies fríos.

Mafo pasó por la comisión Bankia del Congreso pero seguimos en ayunas. Tan solo vagas alusiones a las interferencias del Gobierno, el exceso de política en la reestructuración de las cajas de ahorro y una genérica reprobación de “los gestores”. El exgobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, no nos sacó de dudas respecto a la caja negra del desastre bancario en general y del caso Bankia en particular. A cambio nos regaló una excelente glosa sobre el valor de las apariencias en el mundo de las finanzas, siguiendo la doctrina de su malogrado amigo Ernest Lluch: “Al dinero no le gusta el ruido”. Vale, será ridículo presumir del “mejor sistema financiero del mundo” (Zapatero dixit), pero es peor decir que está fatal y que el supervisor no funciona. Ese fue el hilo argumental de la intervención de Fernández Ordóñez ante los diputados de la mencionada comisión parlamentaria. Dicho en otras palabras, el exgobernador de España nos vino a decir que en gran parte la crisis bancaria se desencadenó porque entre unos y otros le dimos cuartos al pregonero.