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La caída del PP, factor de riesgo para la Democracia
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Antonio Casado

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La caída del PP, factor de riesgo para la Democracia

Siempre resalté en mis comentarios que Mariano Rajoy llegaba a Moncloa con un pan debajo del brazo. Una metáfora meramente descriptiva que expresaba el caudal de

Siempre resalté en mis comentarios que Mariano Rajoy llegaba a Moncloa con un pan debajo del brazo. Una metáfora meramente descriptiva que expresaba el caudal de esperanza depositada por los españoles en el PP tras el documentado fracaso del PSOE. Ese depósito se ha malogrado. Siete meses después de la mayoría absoluta puesta en manos del PP para acometer la remontada prometida, reina el desaliento entre los españoles.

Todos los sondeos reflejan la caída en picado del Gobierno Rajoy (13 puntos menos) sin que la alternativa socialista encabezada por Rubalcaba (4 puntos menos) represente ni de lejos la esperanza que en vísperas de las elecciones generales del pasado 20 de noviembre sí representaba el PP. Esa es la clave del desaliento. Si antes de dichas elecciones había miedo y esperanza, ahora sólo hay miedo. Nos ilustran los porcentajes de adhesión a los dos principales líderes del espectro político. No hay demasiadas variaciones en los últimos sondeos. Tomando el de Metroscopia, publicado ayer, nos encontramos con ese revelador 80% de ciudadanos con “poca” o “ninguna” confianza en el presidente del Gobierno a finales de julio. No menos revelador que ese 86% que responde al mismo epígrafe del sondeo en relación con el líder del PSOE. Digámoslo cuanto antes y por derecho: si el PSOE no se reinventa, el desprestigio del Gobierno y el desplome del PP pueden convertirse en grave factor de riesgo para la causa de la Democracia en nuestro país. Siete meses después de la mayoría absoluta puesta en manos del PP para acometer la remontada prometida, reina el desaliento entre los españoles

En términos electorales el desaliento no tiene cauce político, salvo que lo acabe encontrando en los movimientos sociales conjurados en la calle contra los recortes del Gobierno. Las lógicas subidas que están mejorando la facturación electoral de UPyD (Rosa Díez) y de Izquierda Unida (Cayo Lara) son irrelevantes frente a los enormes caudales de votos decepcionados del PP y del PSOE que acaban sin dueño en la abstención. Pero esa tendencia a la griega, producto del creciente y profundo desprestigio de la clase política, manifestado en la no menos creciente y profunda desconfianza de los españoles ante la misma, es uno de los indicadores del riesgo para la supervivencia del régimen democrático en España.

No es el único. Los precursores de un apagón nunca vienen solos. A saber: cesión de soberanía, Gobierno desbordado, ciudadano perplejo, ruido de cacerolas en la calle, imagen de país poco fiable, economía al borde del rescate europeo y sensación generalizada de que si las cosas estaban mal hace siete meses ahora están mucho peor. Algo más que una sensación si utilizamos el mismo sistema de pesas y medidas que hace siete meses, cuando Rajoy cometió el gran error de hacer creer a los españoles que con la victoria electoral del PP todo empezaría a mejorar.

Siempre resalté en mis comentarios que Mariano Rajoy llegaba a Moncloa con un pan debajo del brazo. Una metáfora meramente descriptiva que expresaba el caudal de esperanza depositada por los españoles en el PP tras el documentado fracaso del PSOE. Ese depósito se ha malogrado. Siete meses después de la mayoría absoluta puesta en manos del PP para acometer la remontada prometida, reina el desaliento entre los españoles.