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A Cristina Cifuentes le cayó la gota fría
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Antonio Casado

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A Cristina Cifuentes le cayó la gota fría

Rompo una lanza por la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, que hizo un comentario sobre la necesidad de corregir ciertos abusos en el derecho

Rompo una lanza por la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, que hizo un comentario sobre la necesidad de corregir ciertos abusos en el derecho de manifestación, como el de colapsar el funcionamiento de la capital de España, y la hemos puesto de chupa de dómine. Pues yo no veo nada de malo en darle un par de vueltas al asunto sin pasar por liberticida.

Cuando alguien se pone estupendo denunciando la estupidez ambiental (“No cabe un tonto más”, acaba de decir un tertuliano) se está vendiendo a sí mismo. Es una forma de ubicarse en el bando de los listos por el artículo primero de su real gana. Y si Cifuentes habla de “modular” la normativa legal sobre el derecho de manifestación hay cola para alistarse de mártir en la cruzada contra quienes osen tocar el sacrosanto derecho a tomar la calle, cualquier calle, a cualquier hora, en nombre del principio de la democracia participativa, sin considerar ni de lejos la posibilidad de colisión con otros sacrosantos derechos como el de la libre circulación de personas, o con otros principios como el de la defensa del interés general.

Nada hay en los comentarios de Cristina Cifuentes que permita deducir una postura prohibicionista. Ni por asomo se puede desprender de sus declaraciones que aboga por el recorte o la abolición de ese derecho

Políticos y comunicadores han encontrado en los comentarios de Cifuentes las credenciales de apóstoles de la democracia con el sobreentendido de que la delegada es una depredadora de las libertades individuales. Tanto ruido han metido en los circuitos mediáticos y políticos que el Ministerio del Interior tuvo que salir ayer al paso de la tormenta verbal con un rotundo desmentido a la existencia de planes para modificar la normativa que regula el ejercicio del derecho de manifestación.

Era innecesario. Nada hay en los comentarios de Cristina Cifuentes que permita deducir una postura prohibicionista. Ni por asomo se puede desprender de sus declaraciones que aboga por el recorte o la abolición de ese derecho. De esta mujer de los cinco tatuajes, republicana, twitera empedernida y defensora del matrimonio gay, nunca diría el abajo firmante que es una enemiga de la libertad. Nada que ver con la “patada en la puerta” de Corcuera o “la calle es mía” de Fraga.

No está en esa lógica quien en su día supo ponerse los mocasines de los indignados de la Puerta del Sol y ahora sabe ponerse los mocasines de quienes denuncian los abusos policiales de los manifestantes que hace días rodearon el Congreso de los Diputados. Nada que ver tampoco con las insinuaciones de su compañero de partido, el exministro Mayor Oreja, cuando sugiere, por ejemplo, que se debería censurar el seguimiento televisado de una manifestación para evitar el efecto llamada. Sin embargo Cifuentes y Oreja han aparecido juntos en la entrega informativa que hace al caso.

Ya ha dicho la delegada que su intención era abrir un debate. Me parece bien. Y si, de paso, se abre otro sobre los excesos policiales en la represión de las manifestaciones, mejor que mejor.

Rompo una lanza por la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, que hizo un comentario sobre la necesidad de corregir ciertos abusos en el derecho de manifestación, como el de colapsar el funcionamiento de la capital de España, y la hemos puesto de chupa de dómine. Pues yo no veo nada de malo en darle un par de vueltas al asunto sin pasar por liberticida.

Cristina Cifuentes