Carme Chacón no nos saca de dudas en su reaparición

Después de un sorprendente silencio (debido a causas ajenas a su voluntad, les puedo asegurar a ustedes), la diputada socialista Carmen Chacón ha fijado posición respecto a los dos grandes asuntos candentes en su partido: el liderazgo de Rubalcaba y la cuestión de Cataluña. En cinco respuestas a cinco preguntas remitidas por correo electrónico (cinco de El País, cinco de El Mundo, de las que cada uno de estos dos periódicos ha hecho de su capa un sayo), la exministra de Defensa ya ha dicho esta boca es mía.

Aunque no nos saca de dudas, necesitaba una dosis de recuerdo como aspirante a la secretaría general del PSOE. Sigue estando bien colocada, al menos desde el punto de vista generacional (nació en 1971). Y le estaban llegando muchas críticas por su inexplicable silencio ante el desafío separatista del presidente de la Generalitat, Artur Mas, en vísperas de las elecciones catalanas y una ruidosa controversia sobre la ambigüedad de su partido en el debate territorial. En las tres cuestiones marca el paso oficial de los socialistas de su tierra y los del resto de España respecto al encaje de Cataluña en el Estado español. Incluida la persistente apuesta de Pere Navarro (PSC) y de Pérez Rubalcaba por el federalismo, que es en realidad el punto que marca el sincretismo entre la 'chicha' y la 'limoná'. Chacón se apunta claramente a la solución federal con reforma previa de la Constitución, “para que nadie nos obligue a tener que escoger entre ser catalanes o españoles”.

Muy pocas novedades y ninguna sustancial. Solo una y no de fondo sino de forma. Me refiero al tono de sus críticas al desafío soberanista de Artur Mas. Es quien mejor ha explicado el significado del vigente pacto constitucional avalado por todos los españoles y traicionado unilateralmente por ese presidente de la Generalitat que, por cierto, debe su legitimidad a dicho pacto

Tampoco nos dice nada nuevo en esta espinosa cuestión del desafío nacionalista, donde los socialistas, incluida ella, se desmarcan tanto del PP, al que culpan de haber alimentado con su torpezas el catalanismo, como de los nacionalistas de Artur Mas, a los que acusan de habernos metido en un callejón sin salida. Por eso en esta entrega se limita a criticar  la incapacidad de Artur Mas y Mariano Rajoy para ponerse de acuerdo y sacarnos del atolladero.

Además nos quedamos sin saber si mantiene sus aspiraciones al liderazgo del PSOE. No ha dicho de forma explícita si piensa postularse de nuevo, aunque hay que deducirlo de su reaparición forzada por las críticas que le estaban lloviendo por su silencio. Es decir, se siente concernida. Por mucho que nos recuerde su actual condición de diputada y su no pertenencia a las respectivas direcciones del PSC y del PSOE. Otra cosa es que quiera manejar los tiempos a su conveniencia. Lógico. De momento, ni media palabra sobre un congreso extraordinario o una eventual convocatoria de primarias. Exactamente igual que Rubalcaba, piensa que ahora no toca, si bien ya le ha dicho al secretario general que no conviene retrasar mucho las primarias internas para evitar que una disolución anticipada de la Legislatura vuelva a hacerlas imposibles o inconvenientes, como ya ocurrió en las últimas elecciones generales.

Como vemos, muy pocas novedades y ninguna sustancial. Solo una y no de fondo sino de forma. Me refiero al tono de sus críticas al desafío soberanista de Artur Mas. Un punto de dureza mayor al empleado por Rubalcaba. Creo que es quien mejor ha explicado el significado del vigente pacto constitucional avalado por todos los españoles y traicionado unilateralmente por ese presidente de la Generalitat que, por cierto, debe su legitimidad a dicho pacto.