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Los españoles, con Barack Obama, por la cuenta que nos trae
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Antonio Casado

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Los españoles, con Barack Obama, por la cuenta que nos trae

En cierta ocasión oí a nuestra Carme Chacón referirse a Barack Obama como “una gacela”. Es su entusiasta recuerdo del personaje en la distancia corta, cuando

En cierta ocasión oí a nuestra Carme Chacón referirse a Barack Obama como “una gacela”. Es su entusiasta recuerdo del personaje en la distancia corta, cuando era ministra de Defensa. Con su título de presidente de los Estados Unidos en juego, no le habría venido mal a Obama ser realmente una gacela en este maratón de última hora por los estados decisivos en el recuento de compromisarios de esta noche. Pero no hay tal. La gacela ya no da más de sí después de disputarle el sprint a su adversario, el republicano Mitt Romney.

A pocas horas de que los norteamericanos acudan a las urnas, los sondeos cantan un empate técnico. Es decir, salen diferencias no superiores al margen de error. También es verdad que en todos o en casi todos los sondeos la ventaja es de Obama, aunque sea por la mínima. Puede ser la inercia del segundo mandato, los errores de Romney o la inestimable colaboración del gobernador de New Jersey, el republicano Chris Christie. Lo dirán a balón pasado los sesudos analistas ante los resultados que iremos conociendo en  nuestra larga noche americana del martes al miércoles. Pero en España ya damos por descontado el triunfo de Obama para cuatro años más en la Casa Blanca.

Es difícil topar con una hipótesis ganadora de Romney en los ámbitos políticos y mediáticos de nuestro país, lo cual no deja de ser chocante a la vista de las escasas diferencias detectadas en las encuestas preelectorales. Supongo que es un reflejo del mayoritario sentir de los españoles a favor de Obama. Coincidente, por cierto, con la calculada conveniencia del Gobierno Rajoy

Es difícil, por no decir imposible, topar con una hipótesis ganadora de Romney en los ámbitos políticos y mediáticos de nuestro país, lo cual no deja de ser chocante a la vista de las escasas diferencias detectadas en las encuestas preelectorales. Supongo que es un reflejo del mayoritario sentir de los españoles a favor de Obama. Coincidente, por cierto, con la calculada conveniencia del Gobierno Rajoy. En esto discrepo de mi colega y amigo Carlos Sánchez, que ayer sugería en El Confidencial una apuesta pragmática de nuestro Gobierno por el triunfo de Romney.

A mi entender, Moncloa ha interpretado correctamente lo que es mejor para nuestros intereses en relación con la crisis económica. Y eso pasa por la continuidad de Barack Obama en la Casa Blanca. Entre otras cosas para que siga presionando a la Unión Europea, como lo viene haciendo, en la dirección que más le interesa a España en orden a su eventual recuperación económica. Aunque hace unos días nos pusiera como ejemplo de lo mal y tarde que se hicieron las cosas para luchar contra la crisis.

Unos días antes tampoco Mitt Romney nos había dejado en buen lugar al declarar: “No quiero seguir el camino de España”. La diferencia es que, a renglón seguido de su crítica, el todavía 44 presidente norteamericano apeló a la necesidad de ayudar a España, so pena de que el resto de Europa, y también EE.UU., paguen las consecuencias.

Además, están las preferencias personales. Para que el malentendido no quede entre nosotros, el abajo firmante prefiere un Obama con el carisma averiado que diez Romneys en plenas facultades. Qué se le va a hacer.

En cierta ocasión oí a nuestra Carme Chacón referirse a Barack Obama como “una gacela”. Es su entusiasta recuerdo del personaje en la distancia corta, cuando era ministra de Defensa. Con su título de presidente de los Estados Unidos en juego, no le habría venido mal a Obama ser realmente una gacela en este maratón de última hora por los estados decisivos en el recuento de compromisarios de esta noche. Pero no hay tal. La gacela ya no da más de sí después de disputarle el sprint a su adversario, el republicano Mitt Romney.

Barack Obama