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Huelga general contra las otras formas de desahucio
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Antonio Casado

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Huelga general contra las otras formas de desahucio

Unos cientos de puntos básicos más de la cuenta en la prima de riesgo nos cuestan más que una huelga general. Pero la huelga general se

Unos cientos de puntos básicos más de la cuenta en la prima de riesgo nos cuestan más que una huelga general. Pero la huelga general se acaba veinticuatro horas después y la prima de riesgo nos sigue acorralando. Demagogia, la justa. Por ambas partes, vale. Lo más probable es que la movilización de hoy, apoyada por la izquierda política, incluido el PSOE, no cambie las políticas del Gobierno de Mariano Rajoy. De acuerdo. También pensábamos que los escudos humanos entre los hombres de negro y las familias afectadas no iban a conseguir frenar los desahucios. Estábamos equivocados.

No digo que se vaya a repetir la historia en la protesta contra otras formas de desahucio: paro, pobreza, exclusión social, pérdida de derechos, despidos fáciles y baratos, degradación de los servicios públicos. Digo que está en la naturaleza de las cosas que los sindicatos lo intenten en defensa de los intereses cuya protección le ha sido encomendada. Los de los trabajadores y, por extensión, los de las capas más débiles del orden económico-social. Y no es cosa de que sus representantes, elegidos democráticamente, hayan de consultar la línea editorial de un periódico, llamar a la Moncloa o preguntarle a la patronal si desean saber cuándo toca o cuándo no toca convocar una huelga general.

El miedo a perder el puesto de trabajo es hoy por hoy mucho más fuerte que la esperanza de encontrarlo entre quienes están parados

Ayer escribí que no hay ambiente de huelga general. Se explica. El miedo a perder el puesto de trabajo es hoy por hoy mucho más fuerte que la esperanza de encontrarlo entre quienes están parados. Hay casi quince millones de españoles (parados y pensionistas) que no pueden hacer huelga porque no tienen trabajo. Y, por otra parte, el Gobierno no ha entrado al trapo del discurso sindical, no ha habido precalentamiento en los medios de comunicación, las asambleas previas de delegados sindicales han pasado inadvertidas y, no voy a negarlo, el prestigio de los sindicatos no está en su mejor momento.

Aunque está generalizada la impresión previa de que esta tercera huelga general en poco más de un año va a tener escaso recorrido, vamos a estar atentos a la pantalla. En semejantes circunstancias la medida del éxito o el fracaso de la jornada la van a dar las manifestaciones convocadas para esta tarde en toda la geografía nacional. Por la mañana, esa medida la dará el impacto de la huelga en el transporte de las grandes ciudades y las grandes empresas del sector industrial.

Es un lugar común calificar por anticipado de “ineficaz” la huelga general convocada para hoy. Seguramente, eso vale respecto a un eventual cambio de rumbo en la obsesión por los recortes. Pero también el derecho al pataleo puede ser una “eficaz” forma de dar salida al también generalizado cabreo social por la que nos está cayendo encima. O sea, que si no sirve para mejorar la situación económica del país, sí puede servir como válvula de escape, como una forma de dar salida a la indignación acumulada en el pecho de un creciente número de españoles desahuciados por la crisis.

Unos cientos de puntos básicos más de la cuenta en la prima de riesgo nos cuestan más que una huelga general. Pero la huelga general se acaba veinticuatro horas después y la prima de riesgo nos sigue acorralando. Demagogia, la justa. Por ambas partes, vale. Lo más probable es que la movilización de hoy, apoyada por la izquierda política, incluido el PSOE, no cambie las políticas del Gobierno de Mariano Rajoy. De acuerdo. También pensábamos que los escudos humanos entre los hombres de negro y las familias afectadas no iban a conseguir frenar los desahucios. Estábamos equivocados.