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La gran noticia de 2012 es que ETA ya no fue noticia
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Antonio Casado

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La gran noticia de 2012 es que ETA ya no fue noticia

Fue un lugar común en todas las despedidas del año que se iba y el saludo al que venía. Periodistas, políticos, jueces, fiscales, policías, ciudadanos de

Fue un lugar común en todas las despedidas del año que se iba y el saludo al que venía. Periodistas, políticos, jueces, fiscales, policías, ciudadanos de a pie y misses coronadas pedían al año nuevo el fin del terrorismo y el adiós a las armas de ETA. Una y otra vez por estas fechas se convertía en asunto recurrente e las cartas a los Reyes Magos: echar de nuestras vidas a la banda terrorista que nos amargó la feliz recuperación de la Democracia y nos siguió poniendo contra la pared durante cuarenta y tantos años.

Pero en este paso de un 2012 malo hacia un 2013 posiblemente peor, por razones económicas, nadie se acuerda ya de ETA. Sin embargo, miles de españoles pudieron salir a la calle con los hombros más ligeros, como diría la gran Maite Pagazaurtundua. Aunque ha sido sin duda la mejor noticia de ese 2012 que acaba de rendir cuentas en los consabidos balances, les reto a encontrar un turno verbal o escrito dedicado a celebrar que, por primera vez en casi medio siglo, los españoles estuvimos libres de atentados, asesinatos, extorsiones y terrorismo callejero.

Tanto el PP como el PSOE van juntos y han dicho hasta la saciedad que de ETA ya solo esperan el anuncio de disolución y la entrega de las arma.s ¿Y luego? “El Gobierno sabrá gestionar el día después”, le oigo decir al ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, en la distancia cortaProcede celebrar el fin de la pesadilla, aunque a lo largo de 2012 se practicaron 32 detenciones de etarras en feliz rutina policial. ¿Somos conscientes de que este año apenas le hemos dedicado unos minutos al terrorismo de cercanías? Es una excelente noticia que, por supuesto, viene escoltada por los indicadores obrantes en los despachos del Gobierno y las fuerzas de seguridad. Entre los más frescos está la constatación policial de que ETA apenas cuenta con treinta militantes de libre disposición y poco cualificados. O sea, “sin galones” como dicen los responsables de la lucha antiterrorista. Salvo el ya inofensivo Josu Ternera, que fue un interlocutor a la espera de volver a tratar con el Gobierno socialista. Inofensivo pero con cuentas pendientes con la Justicia. Me consta que está viva la orden de detenerlo en cuanto esté “cuadrado”, según la jerga policial.

Una vez detenida la dura Izaskun Lesaka, responsable del aparato militar de la banda, no queda ningún dirigente que quiera volver a las andadas, ni tampoco lo tendría fácil ante la eficacia policial y el “altísimo grado de colaboración de Francia”, de lo que fue una buena prueba el encarcelamiento de Aurore Martin, la dirigente de la Batasuna francesa. Apenas ha merecido unas líneas en las páginas de sucesos. Y su reciente excarcelación bajo fianza, después de casi dos meses en la prisión madrileña de Soto del Real, ha pasado absolutamente inadvertida. Impensable hace unos años.

El Gobierno y las fuerzas políticas siguen frenando la descarada reclamación de protagonismo que ETA, sus presos y sus amigos aún esperan. Ni se ha negociado ni se negocia ni se negociará. Es la firme y justa posición del Gobierno, expresamente apoyada por el líder del PSOE, Pérez Rubalcaba. Sería darles importancia. En el relato de lo ocurrido deben aparecer como delincuentes y perdedores, no como héroes del pueblo. Tanto el PP como el PSOE van juntos y han dicho hasta la saciedad que de ETA ya solo esperan el anuncio de disolución y la entrega de las armas ¿Y luego? “El Gobierno sabrá gestionar el día después”, le oigo decir al ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, en la distancia corta. “Lo haremos con inteligencia. Ojo, con inteligencia, no con generosidad”, añade.

Fue un lugar común en todas las despedidas del año que se iba y el saludo al que venía. Periodistas, políticos, jueces, fiscales, policías, ciudadanos de a pie y misses coronadas pedían al año nuevo el fin del terrorismo y el adiós a las armas de ETA. Una y otra vez por estas fechas se convertía en asunto recurrente e las cartas a los Reyes Magos: echar de nuestras vidas a la banda terrorista que nos amargó la feliz recuperación de la Democracia y nos siguió poniendo contra la pared durante cuarenta y tantos años.