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Rubalcaba tiene derecho a hacer su propia apuesta
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Antonio Casado

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Rubalcaba tiene derecho a hacer su propia apuesta

Quienes estamos en riesgo permanente de confundir la realidad con nuestros deseos, porque nadie es independiente de ellos, deberíamos repensar la situación interna del PSOE con

Quienes estamos en riesgo permanente de confundir la realidad con nuestros deseos, porque nadie es independiente de ellos, deberíamos repensar la situación interna del PSOE con el higiénico propósito de separar ambos extremos. Y una vez hecho ese ejercicio, tal vez entendamos que esperar o reclamar unas elecciones primarias en los próximos veinte meses conduce a la melancolía, como los esfuerzos inútiles.

Más aún. Si separamos realidad y deseos con un mínimo de honradez, tal vez entendamos que el actual secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, se ha ganado democráticamente el derecho a hacer su propia apuesta política, al margen de que otros, dentro o fuera del partido, opinen que debería dar un paso atrás y hacerlo ya. O adelante, pero acometerlo ya (¿Veinte meses de campaña interna?, qué disparate). Les interesa olvidar que el partido lo eligió secretario general en el congreso de Sevilla hace diez meses. Eso le permite competir, o no, por la candidatura del PSOE a la Moncloa. Y anunciar lo uno o lo otro cuando le convenga, no cuando interese a otros aspirantes, siempre en el estricto respeto a la normativa interna, claro.

El Comité Federal representa la voluntad de la militancia. Nada impide que las tesis del frente de rechazo encabezado por Tomás Gómez, las de Griñán, Chacón, Mesquida, García-Page, tanto las de agenda como las de fondo, muestren allí su peso real entre los socialistas. A nadie le ponen un bozalEs Rubalcaba, no los opinadores del alba o los perdedores del último congreso, quien elabora su propia agenda sin incluir el harakiri. No solo la suya. También la del PSOE si los órganos de dirección del partido no tienen inconveniente. El Comité Federal representa la voluntad de la militancia. Nada impide que las tesis del frente de rechazo encabezado por Tomás Gómez, las de Griñán, Chacón, Mesquida, García-Page, tanto las de agenda como las de fondo, muestren allí su peso real entre los socialistas. A nadie le ponen un bozal. Y menos ahora que vienen mal dadas y las voces críticas tienen premio seguro en los ambientes políticos y mediáticos de la derecha.

Más que una lucha por el poder interno de un partido es una mera escenificación de pugna devaluada por un cetro venido a menos. Hasta la fecha, cualquier cosa parecida a un intento de modificar la hoja de ruta de Rubalcaba -si se parecía fue muy vagamente-, perdió por goleada. El próximo 12 de enero vuelve a reunirse el Comité Federal que, entre otras cosas, abrirá el proceso que ha de culminar en la gran Conferencia Política de octubre. La reunión del día 12 será una nueva ocasión de alterar la agenda propuesta por Rubalcaba y, al menos en lo que se refiere a la celebración de primarias, ratificada por el Consejo Territorial (líderes regionales del PSOE) del pasado 15 de diciembre. Como es sabido, la decisión fue celebrarlas en una fecha posterior a junio de 2014 (elecciones europeas) y anterior a mayo de 2015 (autonómicas y municipales).

Pero es al Comité Federal al que corresponde decidir sobre la fecha y el proceso de elecciones primarias para elegir al candidato socialista a la Moncloa. Quienes quieran cambiar las fechas ratificadas por los barones socialistas tienen la ocasión de proponerlo dentro de nueve días.

Quienes estamos en riesgo permanente de confundir la realidad con nuestros deseos, porque nadie es independiente de ellos, deberíamos repensar la situación interna del PSOE con el higiénico propósito de separar ambos extremos. Y una vez hecho ese ejercicio, tal vez entendamos que esperar o reclamar unas elecciones primarias en los próximos veinte meses conduce a la melancolía, como los esfuerzos inútiles.

Alfredo Pérez Rubalcaba