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El curioso caso de Carlos Mulas y su testaferro
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Antonio Casado

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El curioso caso de Carlos Mulas y su testaferro

Nunca estuvo la caja común tan fatigada. Se impone el ahorro y la política de recortes. El pleito surge al ordenar las prioridades. Por ejemplo, con

Nunca estuvo la caja común tan fatigada. Se impone el ahorro y la política de recortes. El pleito surge al ordenar las prioridades. Por ejemplo, con los 3 millones de euros que el Estado va a entregar este año a las fundaciones vinculadas a los dos grandes partidos políticos no haría falta cerrar por las noches los centros médicos de la Castilla profunda y dolorida. Incluso sobraría para que Faes (PP) y la Fundación Ideas (PSOE)  pudieran sobrevivir a costa del dinero público, eso sí, apretándose el cinturón. En el peor de los casos, o el mejor, según se mire, la supervivencia del régimen democrático o el fuego del debate ideológico no se iban a resentir en absoluto si ambas fueran suprimidas a golpe de Boletín Oficial del Estado.

¿Se habrá perdido algo el pensamiento cultural y político por la fulminante destitución de Amy Martin-Carlos Mulas, uno de los ensayistas mejor pagados de la España del siglo XXI? Me temo que no, a pesar de su “solvencia intelectual” y su “excelente currículo académico”, las dos gracias del hasta ahora director de la fundación Ideas, fulminantemente destituido por su jefe político, Jesús Caldera, al haber sabido éste por el periódico El Mundo que el susodicho se asignó a sí mismo unas retribuciones suplementarias de hasta 50.000 euros (años 2010 y 2011) en pago a los artículos firmados con el seudónimo de Amy Martin en la página digital de la fundación socialista.

Y ayer saltó lo de Mulas. Pero tampoco da el peso para sumarse al retablo de los grandes escándalos de corrupción política que nos ocupan. No es el huevo sino el fuero lo que importa. Correcto. Con matizacionesEl seudónimo era como la casucha de Oleguer Pujol en una isla del Canal de la Mancha o las sociedades instrumentales de Luis Bárcenas para confesar ante el fisco -según su abogado-, una parte de su fortuna. Respecto al curioso caso de Amy Martin, nada que ver en cuanto a las cantidades. De hecho, ni todo el presupuesto del PSOE para el año 2013 alcanza la cifra del dinero acumulado por Bárcenas en una cuenta suiza (22 millones de euros, según hemos sabido tras la comisión rogatoria cursada por el Juzgado número 5 de la Audiencia Nacional). Pero una forzada aplicación de la ley de las compensaciones ha echado leña al fuego, de modo que la hoguera arda también por la parte del PSOE, que se estaba yendo de rositas.

Cada uno es muy libre de hacer las comparaciones que convengan a sus prejuicios particulares. Anteayer fue lo de la empresa Políglota, que durante sus dieciocho años de existencia ha hecho traducciones para la editora de El Mundo, el Fondo Monetario Internacional y el Grupo Popular del Parlamento Europeo (el del PP), pero las relaciones familiares de algún responsable de la empresa la inhabilitan, al parecer, para prestar servicios a la Fundación Ideas como uno más entre sus 250 clientes. Así que no hubo caso Políglota para acompañar al extesorero del PP y a los hijos de Pujol.

Y ayer saltó lo de Mulas. Pero tampoco da el peso para sumarse al retablo de los grandes escándalos de corrupción política que nos ocupan. No es el huevo, sino el fuero, lo que importa. Correcto, con matizaciones. A pesar de que Caldera haya anunciado acciones judiciales contra Mulas, difícilmente se puede hablar de un delito si, como parece, las cantidades libradas a favor de este estaban declaradas. Le cuadra más el abuso de confianza. Y, por parte de sus jefes, empezando por Jesús Caldera, la sospecha de la colaboración necesaria, en caso de que supiera que detrás de Amy Martin estaba el director de la Fundación. Y si no lo sabía (dice haberse enterado por la prensa), el consabido pecado de la omisión. O el desconocimiento por desidia. Eso también es reprobable en este y en todos los casos mayores o menores de corrupción. Al menos desde el punto de vista político.

Nunca estuvo la caja común tan fatigada. Se impone el ahorro y la política de recortes. El pleito surge al ordenar las prioridades. Por ejemplo, con los 3 millones de euros que el Estado va a entregar este año a las fundaciones vinculadas a los dos grandes partidos políticos no haría falta cerrar por las noches los centros médicos de la Castilla profunda y dolorida. Incluso sobraría para que Faes (PP) y la Fundación Ideas (PSOE)  pudieran sobrevivir a costa del dinero público, eso sí, apretándose el cinturón. En el peor de los casos, o el mejor, según se mire, la supervivencia del régimen democrático o el fuego del debate ideológico no se iban a resentir en absoluto si ambas fueran suprimidas a golpe de Boletín Oficial del Estado.