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A la espera de que Moncloa nos ponga más deberes
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Antonio Casado

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A la espera de que Moncloa nos ponga más deberes

No digan que fue un sueño. Al más alto nivel de responsabilidad han sonado voces en la UE y el FMI declarando el fracaso de las

No digan que fue un sueño. Al más alto nivel de responsabilidad han sonado voces en la UE y el FMI declarando el fracaso de las políticas de ajuste. En ambos centros de poder se abre paso la idea de que los recortes nos alejan de la recuperación. Las últimas cifras de paro en España les dan la razón. Pero el Gobierno de Mariano Rajoy nos va a poner más deberes. Para mañana se anuncia una nueva oleada de medidas. Se trata de recomponer el marco presupuestario, que en su primer trimestre de vigencia ya ha saltado por los aires. Incluso antes. Desde su entrada en vigor, el primer día del año en curso, todos los informes nacionales e internacionales coincidían en un cuadro de previsiones sobre España mucho más negro del previsto en los Presupuestos Generales del Estado.

En crecimiento, ni una buena noticia, al margen de los actos de fe que nos pide el Gobierno. El FMI anuncia que España se hundirá más en la recesión, hasta el 1,6% negativo, y que la situación seguirá siendo mala o muy mala hasta el año 2018. Y en empleo acabamos de saber que hemos desbordado ya la temida barrera del 27%. Ahí es donde está el verdadero agujero negro del tono vital de los españoles. El dato les familiariza con realidades tan crudas y tan cercanas como la pobreza, la exclusión social, el desahucio, el pesimismo y la falta de confianza en los gobernantes.

En materia de empleo, acabamos de saber que ya hemos desbordado la temida barrera del 27%. Ahí es donde está el verdadero agujero negro del tono vital de los españolesCapítulo aparte merecen el déficit presupuestario y la deuda. Son los indicadores asociados a la reconquista de nuestra credibilidad ante los mercados y las instituciones económicas internacionales. En su nombre se dictan los recortes, se piden sacrificios y se proclama el dogma civil de la austeridad en tiempos revueltos. Una verdadera cruzada del Gobierno que ha convertido en carne de cañón a una amplia capa social de clase media. Todo por reducir la deuda y el déficit público, pero la cruda realidad es que no han cedido ni el uno ni el otro.

La UE nos coloca a la cabeza del pelotón de los torpes. Si no nos hacemos la trampa en el solitario con la excusa de que la ayuda bancaria no computa en el expediente sancionador europeo, la realidad es que el año 2012 se cerró con un déficit del 10,6% (cifras Eurostat), casi un punto por encima de aquel malhadado 9,4% de la herencia socialista. Y en cuanto a la deuda pública, sigue al alza. Oficialmente está en el 84% del PIB, aunque los expertos la sitúan en el 112% desmaquillado. El año pasado aumentó en 200.000 millones de euros (el Fondo de Liquidez Autonómico y el famoso banco malo tuvieron la mayor parte de la culpa). Y lo peor de todo es que la UE y la OCDE dicen que seguirá subiendo hasta tocar techo en 2014 o 2015, con un 100% oficial, equivalente a un 130 desmaquillado.

Por encima de los fríos indicadores, la sensación dominante en el sentir de los ciudadanos es de inutilidad de los sacrificios. Se nos dice que es para salir del agujero, pero no hemos escapado ni de lejos a la maldita secuencia: austeridad-recesión-paro. ¿De qué han servido entonces los sacrificios? De nada, a la vista de estos datos. ¿Y no han dicho la UE y el FMI que vale ya de recortes porque sólo generan recesión? Sí, pero quien manda no es Durao Barroso ni Christine Lagarde, sino Angela Merkel. Y hasta que la canciller no pase por las urnas del otoño en Alemania, pueden seguir esperando quienes, como Rubalcaba en el Congreso, piden al Gobierno un cambio de política económica antes de que el enfermo se muera a causa de la medicina que le están administrando.

No digan que fue un sueño. Al más alto nivel de responsabilidad han sonado voces en la UE y el FMI declarando el fracaso de las políticas de ajuste. En ambos centros de poder se abre paso la idea de que los recortes nos alejan de la recuperación. Las últimas cifras de paro en España les dan la razón. Pero el Gobierno de Mariano Rajoy nos va a poner más deberes. Para mañana se anuncia una nueva oleada de medidas. Se trata de recomponer el marco presupuestario, que en su primer trimestre de vigencia ya ha saltado por los aires. Incluso antes. Desde su entrada en vigor, el primer día del año en curso, todos los informes nacionales e internacionales coincidían en un cuadro de previsiones sobre España mucho más negro del previsto en los Presupuestos Generales del Estado.

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