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Luis Bárcenas dispara la prima de riesgo en las filas del Partido Popular
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Antonio Casado

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Luis Bárcenas dispara la prima de riesgo en las filas del Partido Popular

Aunque el encarcelamiento de Luis Bárcenas haya subido la prima de riesgo entre sus antiguos compañeros, ya tocaba como medida de higiene. Hubiera cantado mucho que

Aunque el encarcelamiento de Luis Bárcenas haya subido la prima de riesgo entre sus antiguos compañeros, ya tocaba como medida de higiene. Hubiera cantado mucho que el barón de la peineta continuase moviéndose a sus anchas después de los tres años de cárcel sufridos por Francisco Correa y Pablo Crespo, números uno y dos de la trama Gürtel, cuyo colaborador necesario era Bárcenas, según el juez, Pablo Ruz.

Según la opinión publicada, en Génova y Moncloa contienen la respiración ante la posibilidad de que el extesorero convierta su memoria 'B' en un ventilador de basura para todos. “No sabemos a lo que nos enfrentamos”, oí decir en cierta ocasión a González Pons respecto a un Bárcenas de cuya doble vida, por decirlo de algún modo, muchos dirigentes del PP –no todos, evidentemente-, sólo tuvieron noticia cuando los jueces destaparon sus cuentas millonarias en Suiza.

Rajoy no puede permitir ni un minuto más que siga trepando la idea de que tenemos a un presidente del Gobierno a merced de un sinvergüenza. Ese es el efecto tóxico de echar balones fueraEl presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, dijo el viernes en Bruselas que no le preocupa la reacción de Bárcenas. No puede decir otra cosa, pero la procesión va por dentro. Es lógico que le preocupe la voluntad de hacer daño, por puro desquite, de quien ha controlado las finanzas del partido durante casi veinte años, dice conservar nueve cajas de documentos y se siente abandonado a su suerte por los suyos. Léase ministro Gallardón (jueces y fiscales) y ministro Fernández Díaz (Policía), con la valiosa colaboración de “las fiscales de Rubalcaba”, según el relato disparatado que este desdichado personaje suele colocar en su discreta búsqueda de complicidades.

Sabiendo como sabemos que Rajoy es persona decente y que su honorabilidad no se cuestiona, aunque se equivocase inicialmente al arropar a Bárcenas más allá de lo razonable, no tiene por qué aguantar las amenazas de este. El presidente debería retarle expresa y públicamente a decir toda la verdad y nada más que la verdad. Caiga quien caiga, según el criterio marcado en su día por María Dolores de Cospedal. Una línea argumental que luego se fue desinflando inexplicablemente, con las valientes excepciones de Antonio Basagoiti y su sucesora en el liderazgo del PP vasco, Arantxa Quiroga. Algunos nombres saldrán mal parados, pero el PP ganará en credibilidad si demuestra con hechos y no palabras que va en serio cuando se compromete a colaborar con la Justicia y presume de ser el más transparente.

Rajoy no puede permitir ni un minuto más que siga trepando la idea de que tenemos a un presidente del Gobierno a merced de un sinvergüenza. Ese es el efecto tóxico de echar balones fuera y hacer como si no se viera al elefante plantado delante de sus ojos. Una excusa tan tonta y tan sonrojante como la de que estamos ante “una causa general que busca perjudicar al PP” (Carlos Floriano dixit) sólo sirve para reforzar las sospechas de que, efectivamente, el PP está dominado por el pánico.

Rajoy y Cospedal deben desmentirlo con actuaciones concretas y no con retórica. El respeto a las decisiones judiciales no basta como reacción oficial de un partido insensible durante casi veinte años a las tropelías de su cajero. Si además la ciudadanía no percibe voluntad de colaborar con la Justicia para aclararlo todo caiga quien caiga, elevaremos a definitivas las conclusiones sobre el miedo a la venganza de Bárcenas.

Aunque el encarcelamiento de Luis Bárcenas haya subido la prima de riesgo entre sus antiguos compañeros, ya tocaba como medida de higiene. Hubiera cantado mucho que el barón de la peineta continuase moviéndose a sus anchas después de los tres años de cárcel sufridos por Francisco Correa y Pablo Crespo, números uno y dos de la trama Gürtel, cuyo colaborador necesario era Bárcenas, según el juez, Pablo Ruz.