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La memoria acorralada de Bárcenas hace estragos
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Antonio Casado

Al Grano

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La memoria acorralada de Bárcenas hace estragos

La memoria acorralada de Luis Bárcenas ha puesto en fuga a sus abogados por “falta de confianza”. Si ha mentido al juez, a su partido, al

La memoria acorralada de Luis Bárcenas ha puesto en fuga a sus abogados por “falta de confianza”. Si ha mentido al juez, a su partido, al fisco y a la prensa (las cuentas de Suiza, la caligrafía, la lista, la venta del cuadro, sus declaraciones de patrimonio y renta), ¿por qué no iba a pasar de abogados haciendo la guerra por su cuenta? Eso es lo que ha hecho, engañar a Miguel Bajo y Alfonso Trallero con el director de El Mundo poniendo en circulación un relato que rompe la línea de defensa diseñada por los letrados. Un relato que hunde más al extesorero y alimenta la sospecha de financiación ilegal del PP.

En realidad, nada nuevo. Ni siquiera el modus operandi, aunque  Bárcenas lo explica por primera vez en público (ahora tendrá que ratificarlo en sede judicial). A saber: empresarios agradecidos que pagaban en negro a los responsables de la caja del PP y posterior reparto de esas donaciones. Para la caja del partido, para costear campañas electorales y “otros fines”. Esta última, la más opaca, incluía los sobresueldos y, aunque de esto ni media palabra, se supone que de ahí salían las cantidades que, tacita a tacita, le fueron convirtiendo en millonario. ¿O alguien aún cree que se hizo rico en la bolsa y en el mercado del arte?

Bárcenas dispara la prima de riesgo en el PP como organización pero son personas concretas, con nombres y apellidos, las que deberían poner sus barbas a remojar si el juez Ruz profundiza en el origen y la razón de las donacionesPor tanto, están bastante claros los pecados, financiación ilegal y enriquecimiento ilícito del tesorero. Faltan los pecadores, aparte del propio Bárcenas y quienes ya están empapelados en el tronco de la causa que, no se olvide, es el llamado caso Gürtel (Franciso Correa, Pablo Crespo, Álvaro Pérez, etc). Ninguno de ellos por “enriquecimiento ilícito”. Eso no es un delito, como ocurre con la llamada financiación ilegal del PP. Incumplir la Ley en este punto da lugar a una infracción administrativa, pero no existe como una figura del Código Penal. Lo que sí existe es el cohecho, el fraude fiscal, la malversación de fondos públicos, la apropiación indebida, el tráfico de influencias, el fraude fiscal, la falsedad en documento, etc. Los delitos los cometen los individuos, no las organizaciones, más allá de las responsabilidades subsidiarias.

Y por eso me parece interesadamente desmedido el empeño de la dirección del PP en afirmar a todas horas que su contabilidad es transparente y que no hay caso de financiación ilegal. Aunque la hubiera, eso tiene poco recorrido. Más relevante es localizar a los presuntos delincuentes en ese circuito que empezaba en las donaciones del empresario agradecido y acababa en la caja del PP o en los bolsillos de Bárcenas con la necesaria colaboración de ministros, secretarios de Estado, presidentes autonómicos y alcaldes. Imposible sin complicidades, colaboraciones necesarias y miradas distraídas. ¿O acaso la Tesorería era un compartimento estanco en la estructura de partido?

Bárcenas dispara la prima de riesgo en el PP como organización, pero son personas concretas, con nombres y apellidos, las que deberían poner sus barbas a remojar si el juez Ruz profundiza en el origen y la razón de las donaciones, quién las daba, por qué, cuánto, con qué fin, según unos métodos de imposible asignación a la cuenta y riesgo de Luis Bárcenas y Álvaro Lapuerta ¿Ninguno de sus sucesivos jefes se dio cuenta a lo largo de casi veinte años? Venga ya…

La memoria acorralada de Luis Bárcenas ha puesto en fuga a sus abogados por “falta de confianza”. Si ha mentido al juez, a su partido, al fisco y a la prensa (las cuentas de Suiza, la caligrafía, la lista, la venta del cuadro, sus declaraciones de patrimonio y renta), ¿por qué no iba a pasar de abogados haciendo la guerra por su cuenta? Eso es lo que ha hecho, engañar a Miguel Bajo y Alfonso Trallero con el director de El Mundo poniendo en circulación un relato que rompe la línea de defensa diseñada por los letrados. Un relato que hunde más al extesorero y alimenta la sospecha de financiación ilegal del PP.

Luis Bárcenas