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Pérez de los Cobos, como síntoma de algo peor
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Antonio Casado

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Pérez de los Cobos, como síntoma de algo peor

El PP utilizó ayer su mayoría absoluta en el gobierno de la Cámara para bloquear una comparecencia parlamentaria del presidente del Tribunal Constitucional, Francisco Pérez de

El PP utilizó ayer su mayoría absoluta en el gobierno de la Cámara para bloquear una comparecencia parlamentaria del presidente del Tribunal Constitucional, Francisco Pérez de los Cobos. Los socialistas y el resto de los grupos lo han puesto en la picota al saber que fue elegido magistrado en 2010 sin declarar su militancia en el PP como posible causa de incompatibilidad. El partido en el poder justifica el bloqueo con una doble razón. Por un lado, no reconoce la extensión del control parlamentario a los miembros del Alto Tribunal. Y por otro, considera la militancia política un asunto privado, como la ideología, la religión o la condición sexual. Eso dijo la vicepresidenta del Congreso, Celia Villalobos, después de la reunión.

Es el nuevo culebrón en política de cercanías. Arranca con el veto del PP a la comparecencia del mencionado Pérez de los Cobos, o de la vicepresidenta Sáenz de Santamaría, para que despejen en sede parlamentaria las dudas “legítimas” que los representantes de la soberanía popular se plantean sobre la imparcialidad exigible a un magistrado del Tribunal Constitucional, y a su presidente con más razón. Y todo apunta a que va a seguir con una interminable cadena de recusaciones para retirarle la voz y el voto de asuntos de fondo político en los que es parte el PP.

Habrá que convenir en que ya es bastante precaria la imparcialidad de unos magistrados cuya afinidad política ya queda garantizada cuando deben el cargo a tal o cual partido. Y visto así, no parece que sea de mejor condición la afinidad con militancia que la afinidad sin militancia

Pocos asuntos de tanto fondo político como la constitucionalidad o inconstitucionalidad del Estatuto de Autonomía de Cataluña, cuyos ecos crispan todavía las relaciones de esta comunidad con el Estado. Ahora se recuerda que el PP logró en 2007 que el alto tribunal le retirase la voz y el voto a un magistrado, Francisco Pérez Tremps, en relación al recurso presentado en su día por el partido de Rajoy contra el Estatut. Había perdido aquel la imparcialidad, o al manos la apariencia de imparcialidad, por haber elaborado previamente, a petición de la Generalitat (2003), un estudio sobre el asunto. Los argumentos utilizados entonces por el PP se le vuelven en contra seis años después. Y eso es parte del culebrón. ¿Por qué era recusable Pérez Tremps entonces y no lo es Pérez de los Cobos ahora?

Señalar incoherencias de semejante calibre en un partido político, ese y otros, no tiene ningún mérito. Ocurre a diario. El mal de fondo es otro. Si no nos hacemos trampas en el solitario habrá que convenir en que ya es bastante precaria la imparcialidad de unos magistrados cuya afinidad política ya queda garantizada cuando deben el cargo a tal o cual partido. Y visto así, no parece que sea de mejor condición la afinidad con militancia que la afinidad sin ella.

Eso sirve, asimismo, para el magistrado Enrique López, que no necesita ser militante del PP para marcar el paso de este partido. Pero, ojo, también sirve, por supuesto, para los tres magistrados del alto tribunal que en su día ocuparon altos cargos en los Gobiernos del PSOE (Xiol, Ortega y Valdés), nombrados a propuesta socialista justamente por afinidad política e ideológica. El propio sistema de elección, por cuotas de partido, ya es una forma de cargarse al menos la apariencia de imparcialidad. Lo de Pérez de los Cobos sólo es el síntoma.

El PP utilizó ayer su mayoría absoluta en el gobierno de la Cámara para bloquear una comparecencia parlamentaria del presidente del Tribunal Constitucional, Francisco Pérez de los Cobos. Los socialistas y el resto de los grupos lo han puesto en la picota al saber que fue elegido magistrado en 2010 sin declarar su militancia en el PP como posible causa de incompatibilidad. El partido en el poder justifica el bloqueo con una doble razón. Por un lado, no reconoce la extensión del control parlamentario a los miembros del Alto Tribunal. Y por otro, considera la militancia política un asunto privado, como la ideología, la religión o la condición sexual. Eso dijo la vicepresidenta del Congreso, Celia Villalobos, después de la reunión.

Celia Villalobos Cataluña