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El tren de la muerte no le cambia el paso a Artur Mas
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Antonio Casado

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El tren de la muerte no le cambia el paso a Artur Mas

Tal cual: el presidente de la Generalitat de Cataluña es el único representante del Estado al que no le cambió el paso el tren de la

Tal cual: el presidente de la Generalitat de Cataluña es el único representante del Estado al que no le cambió el paso el tren de la muerte. Aunque ignoro si el problema lo tiene Artur Mas por lo que es como individuo o por lo que representa como líder de un grupo nacionalista, me parece repugnante su falta de sensibilidad. La carta enviada al presidente del Gobierno el pasado viernes, con 79 personas de cuerpo presente, naturales de distintos rincones de España casi en su totalidad, también de Cataluña, emplaza a Mariano Rajoy a pactar una consulta soberanista “lo antes posible”. Le faltó añadir que incluso sin agotar los tres días de luto nacional decretados por Moncloa. De hecho, se los ha pasado por las entretelas en su enésimo intento de reventar el Estado con la ayuda del Gobierno de la Nación.

Artur Mas ya ha dejado clamorosa constancia de que los dioses le negaron el don de la oportunidad. Véase el fiasco de su ocurrente convocatoria de elecciones anticipadas (noviembre 2012). Pasará a los anales de la torpeza política. Así que tampoco nos puede coger de sorpresa que, simplemente, haya vuelto a pecar de inoportuno. En el peor de los casos, puede que en realidad a este averiado líder nacionalista le sea ajeno el sufrimiento de los gallegos y el resto de los españoles.

Indiferencia general

Lo significativo, y un tanto sorprendente, ha sido la general indiferencia suscitada por la dichosa carta. Eso sí es nuevo, aunque puede explicarse por el luto nacional y la concentración del interés en los ecos de la tragedia ferroviaria de Compostela. Pero no parece que en las escasas reacciones haya influido tanto el dolor de los españoles como el cansancio de la contraparte institucional, política y mediática frente a esta insensata ofensiva del nacionalismo catalán.

Ahí seguimos, viendo cómo el barco de Mas sigue navegando hacia las rocas. Es absurdo buscar la complicidad del Gobierno central para disponer la voladura del sistema

El president, erre que erre: “Le planteo nuevamente la necesidad de abordar el diálogo y la negociación que permitan de forma pactada la celebración de una consulta al pueblo catalán, en el plazo más breve posible, con los marcos legales que establezcamos”, dice en la carta dirigida al presidente Rajoy. Como si “los marcos legales” los pudieran tunear sobre la marcha Rajoy y Mas, en función del programa político de uno de ellos. ¿Y estos nacionalistas son los que sostienen muy serios que la democracia está antes que la legalidad, como si fueran cosas reñidas o separables?

Ahí seguimos, viendo cómo el barco de Mas sigue navegando hacia las rocas. Es absurdo buscar la complicidad del Gobierno central para disponer la voladura del sistema, mientras el sistema sigue tapando los agujeros de la Generalitat (11.398 millones de euros en lo que llevamos de año, según contábamos ayer en El Confidencial). Por eso, la carta, aparte de inoportuna en lo moral, tiene un punto de provocadora. Es una provocación en toda regla pretender la complicidad del presidente del Gobierno para reventar el Estado. La respuesta de Rajoy solo puede ser “no”. Por respeto a los catalanes y el resto de españoles que en su día abrazaron las leyes que ahora los protegen frente a la arbitrariedad. Así debe seguir siendo mientras el conjunto de los españoles, incluidos los catalanes, no ejerzan su derecho a decidir democráticamente el cambio de esas leyes.

Tal cual: el presidente de la Generalitat de Cataluña es el único representante del Estado al que no le cambió el paso el tren de la muerte. Aunque ignoro si el problema lo tiene Artur Mas por lo que es como individuo o por lo que representa como líder de un grupo nacionalista, me parece repugnante su falta de sensibilidad. La carta enviada al presidente del Gobierno el pasado viernes, con 79 personas de cuerpo presente, naturales de distintos rincones de España casi en su totalidad, también de Cataluña, emplaza a Mariano Rajoy a pactar una consulta soberanista “lo antes posible”. Le faltó añadir que incluso sin agotar los tres días de luto nacional decretados por Moncloa. De hecho, se los ha pasado por las entretelas en su enésimo intento de reventar el Estado con la ayuda del Gobierno de la Nación.

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