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El préstamo del Rey a su hija: dinero azul, que no negro
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Antonio Casado

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El préstamo del Rey a su hija: dinero azul, que no negro

Algunos quieren sacarle punta, pero no acabo de verle las esquinas a los dos préstamos del Rey (600.000 euros cada uno, en 2004) para el chalet

Algunos quieren sacarle punta, pero no acabo de verle las esquinas a los dos préstamos del Rey (600.000 euros cada uno, en 2004) para el chalet de Pedralbes adquirido posteriormente por Iñaki Urdangarin y su esposa, la infanta Cristina.

Ayer se enteraron los españoles de que el padre le prestó a la hija 1.200.000 euros destinados a completar los 6 millones de euros que valía la vivienda (1.200 metros cuadrados construidos y otro tanto de jardín con piscina). El resto fue por cuenta de una línea de crédito de La Caixa (no exactamente una hipoteca) de 6,316 millones de euros a devolver trimestralmente.

Los préstamos de don Juan Carlos a su hija, la infanta Cristina, fueron tramitados notarialmente y confesados en las declaraciones a la Hacienda Pública. Al menos no hablamos de dinero negro. Azul, en todo caso

Que el padre le eche una mano a la hija o al hijo que empieza a abrirse paso en la vida es absolutamente normal. El hecho de que la cantidad prestada supere con creces el millón de euros sólo significa que el padre va sobrado. Lo cual abre muchas puertas. Y si se trata de Familia Real, ay, no digamos. Pero ese es otro asunto. Que no pase de ahí, que sólo signifique eso: la suerte de haber nacido en una familia con posibles, ya es bastante si echamos un vistazo al maloliente comportamiento de tantos personajes públicos. En estos momentos hay más de doscientos políticos implicados en causas por corrupción. Setenta y seis sólo en la Comunidad Autónoma de Baleares, en la que el yerno del Rey se movía como pez en el agua.

Ya les gustaría a los ciudadanos españoles que el mensajero de tantas corruptelas y de tantos enriquecimientos ilícitos fuese la Agencia Tributaria. Sin embargo, vemos cómo el fraude fiscal, el blanqueo, las cuentas en Suiza o las bolsas de basura son lugares comunes en el relato de la corrupción. No es el caso que nos ocupa. Los préstamos de don Juan Carlos a su hija, la infanta Cristina, fueron tramitados notarialmente y confesados en las declaraciones a la Hacienda Pública. Al menos no hablamos de dinero negro. Azul, en todo caso.

Más zozobra nos causará la parte del coste de la vivienda que se obtuvo de manera presuntamente delictiva, si nos atenemos a los respectivos relatos del juez Castro y del fiscal Horrach. Con la necesaria colaboración de políticos plegados incondicionalmente a las exigencias de Urdangarin, por supuesto. Entre otros, el entonces presidente valenciano, Francisco Camps, y la todavía alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, como ayer nos recordó el escrito de la Fiscalía Anticorrupción dirigido al Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, perfectamente alineado con la exposición razonada que a finales de mayo el juez del caso envió al mismo tribunal (indicios de malversación, fraude y falsedad en documento).

En definitiva, puede ser de dudoso origen una parte del dinero empleado por los Urdangarin para comprar y reformar la ‘torre’ de Pedralbes. Pero esa tacha no la tiene el dinero procedente del préstamo de papá, que fue escriturado ante notario y debidamente declarado al fisco y al Patrimonio Nacional. Con la que está cayendo (Bárcenas, las facturas de UGT, el hijo de Pujol, el dinero distraído de los ERE andaluces, el propio Urdangarin, el caso Palau….) casi es para celebrar el afloramiento de un dinero de procedencia confesable.

Algunos quieren sacarle punta, pero no acabo de verle las esquinas a los dos préstamos del Rey (600.000 euros cada uno, en 2004) para el chalet de Pedralbes adquirido posteriormente por Iñaki Urdangarin y su esposa, la infanta Cristina.

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