La Iglesia topa con el PSOE

Una proposición no de ley es como una carta a los Reyes Magos. Por si cuela. Utiliza el PSOE esta herramienta parlamentaria para pedirle al Gobierno que denuncie los acuerdos del Estado con la Santa Sede. Puede esperar sentado, aunque la intención es otra. Antes de que la iniciativa se pierda en la polvareda, los socialistas esperan usarla para ensanchar el campo de la confrontación con el PP. No todo es economía. Si a Rubalcaba le acusan de jugar la baza anticlerical, miel sobre hojuelas.

¿Una polémica artificial, pues, como dicen sus adversarios? Tal vez. Pero, artificial o no, el caso es que cace ratones en un partido a la búsqueda de sí mismo. De eso se trata. De movilizar al desalentado votante socialista. De darle motivos para reconocerse. El tema de la Iglesia católica siempre fue recurrente a esos efectos y ha reaparecido en la reciente Conferencia Política del PSOE, que anda perdido entre la bruma y necesita recobrar sus coordenadas ideológicas. No sólo en el terreno económico, donde el argumento de que la derecha se está cargando el Estado del bienestar no da más de sí.

¿Ven por qué la iniciativa socialista se parece a una carta a los Reyes Magos? Por inútil y por falta de credibilidad. No por falta de razones, que esas le sobran

En el intento de recuperar las señas de identidad de un partido laicista, lo último es pedirle al Gobierno Rajoy que denuncie los acuerdos de España con el Vaticano, firmados en 1979, y que presente en el plazo de seis meses un proyecto de ley de Libertad Religiosa. Con tres exigencias: una, normas comunes para todas las confesiones; dos, protección de los derechos de creyentes y no creyentes, y tres, posibles acuerdos de colaboración abiertos a las distintas confesiones. Además, el PSOE pide al Ejecutivo la elaboración de un protocolo que despoje de ceremoniales religiosos los solemnes actos civiles.

¿Ven por qué la iniciativa socialista se parece a una carta a los Reyes Magos? Por inútil y por falta de credibilidad. No por falta de razones, que esas le sobran. Le sobran porque los Acuerdos con la Santa Sede, herederos del famoso Concordato franquista (1953), no se ajustan a la letra y el espíritu de la Constitución (aconfesionalidad del Estado) y porque la sociedad española es ahora más secular, más laica y más plural que cuando los Acuerdos se ratificaron en 1979. Sin embargo, las razones están ahora de parte de un Gobierno con mayoría absoluta que ni en sueños sintió la necesidad de meterse en ese jardín.

Y luego está, como se le ha reprochado con razón al PSOE, su falta de credibilidad para solicitar del Gobierno del PP lo que pudieron hacer y no hicieron los sucesivos Gobiernos socialistas. A este respecto, nunca olvidaré la respuesta de cierto dirigente socialista cuando, después de la victoria de Zapatero en 2004, le pregunté por qué su grupo parlamentario ya no presentaba la famosa enmienda Cuesta (Álvaro Cuesta, vocal del CGPJ desde hoy). “Es que si la presentamos ahora, la ganamos”, me dijo con una sonrisa cómplice.

Se trataba de una enmienda, derrotada año tras año por la mayoría del PP durante el reinado de Aznar (96-04), en la que el PSOE pedía que se dejara de compensar a la Iglesia, vía Presupuestos Generales del Estado, por los ingresos previstos y no alcanzados en la casilla del IRPF. Cuando cambiaron las condiciones para que la enmienda pudiera prosperar a fin de acabar con aquella práctica, simplemente se dejó de presentar. Y los Gobiernos socialistas siguieron aprobando aquella cantidad suplementaria para atender los gastos de la Iglesia.