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Pedro J.: poder y periodismo
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Antonio Casado

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Pedro J.: poder y periodismo

No hay lugar para las grandes palabras cuando cae un periodista de referencia por supuestas presiones del poder. Ese parece ser el caso de Pedro J.

No hay lugar para las grandes palabras cuando cae un periodista de referencia por supuestas presiones del poder. Ese parece ser el caso de Pedro J. Ramírez. De hecho, ni él ni su empresa cargan las tintas en la parte intangible de la destitución. Ni un milímetro más allá de lo políticamente correcto. Unidad Editorial declara abierta la nueva etapa bajo idéntico compromiso de “objetividad” e “independencia” del periódico. Y Pedro J. ha dicho que con el nuevo director, Casimiro García-Abadillo, los “valores” y “principios” de El Mundo están a salvo.

Entonces, ¿a qué viene el cambio de un director que, según el presidente ejecutivo, Antonio Fernández-Galiano, ha llevado el periódico a la cima del periodismo, mantuvo siempre sus compromisos de objetividad e independencia, y además declara abiertamente que, si por él hubiera sido, “habría seguido siendo director de El Mundo toda mi vida”? La respuesta nos conduce inmediatamente a la parte tangible del cese. Lo tocante y lo sonante, como resultado de una negociación entre el director y la empresa, bajo la sombra alargada del poder.

Ahí empieza a entenderse la caída del fundador, después de un cuarto de siglo de presencia decisiva en la vida española. Un periodista de raza obsesionado por la pasión de influir. La información y la opinión como herramientas para situarse en las relaciones de poder. Proverbiales eran sus listas anuales de personas influyentes en los distintos ámbitos de la vida española en los que, naturalmente, él figuraba en lugares destacados, tras un singular escrutinio entre los lectores.

Sin independencia económica no hay independencia informativa. Y con pérdidas escandalosas en la cuenta de resultados, tampoco

La destreza adquirida en ese juego, comparable a su profundo conocimiento del oficio, derivó en el calculado manejo de los grandes escándalos que pudo desvelar en nombre del llamado periodismo de investigación. Sin embargo, con frecuencia desbordó los límites de la función social de la prensa o el servicio a sus lectores, forzando la realidad o modelándola a gusto de la casa en episodios muy parecidos al ajuste de cuentas o la venganza personal. Y así fue dejando en los dos márgenes del camino, a la derecha y a la izquierda, todos esos enemigos que ayer celebraban su caída.

Empezando por el actual presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que desde el minuto uno tuvo claro que, a diferencia de sus antecesores, Aznar y Zapatero, él marcaría distancias con el director de El Mundo. Y lo hizo tan ostensible que ahora todos dan por hecha la influencia de Moncloa en la caída de Pedro J. Dicho así, la víctima sería uno de esos intangibles de los que hablaba al principio, la libertad de prensa. ¿Hay que rasgarse las vestiduras? No. Hay que saber en qué país vivimos y en qué sistema de relaciones de poder nos movemos.

La libertad de expresión, la independencia de la prensa respecto al poder político o el derecho de los ciudadanos a la información libre, veraz, objetiva, imparcial, etc. empiezan y terminan en su propio enunciado si no están debidamente financiados. Sin independencia económica no hay independencia informativa. Y con pérdidas escandalosas en la cuenta de resultados, tampoco. Dicho de otro modo, la independencia económica es condición necesaria de la independencia informativa.

Cuando la empresa dice que en la nueva etapa se pondrán las bases que permitan “restablecer el equilibrio económico y financiero de la cabecera”, habida cuenta de que la nueva etapa sólo viene marcada por el cambio de director, se está reconociendo implícitamente que era Pedro J. el obstáculo para reconducir la parte contante y sonante del periódico.

En cualquier caso, reconocimiento al periodista de raza que deja la dirección de El Mundo y mucha suerte al colega Casimiro García-Abadillo.

No hay lugar para las grandes palabras cuando cae un periodista de referencia por supuestas presiones del poder. Ese parece ser el caso de Pedro J. Ramírez. De hecho, ni él ni su empresa cargan las tintas en la parte intangible de la destitución. Ni un milímetro más allá de lo políticamente correcto. Unidad Editorial declara abierta la nueva etapa bajo idéntico compromiso de “objetividad” e “independencia” del periódico. Y Pedro J. ha dicho que con el nuevo director, Casimiro García-Abadillo, los “valores” y “principios” de El Mundo están a salvo.

Pedro J. Ramírez El Mundo Mariano Rajoy