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Adiós Rouco y hola Blázquez
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Antonio Casado

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Adiós Rouco y hola Blázquez

Ricardo Blázquez, arzobispo de Valladolid y nuevo presidente de la Conferencia Episcopal, gobernó a los obispos cuando la izquierda de Zapatero estaba en el poder (2005-2008)

Ricardo Blázquez, arzobispo de Valladolid y nuevo presidente de la Conferencia Episcopal, gobernó a los obispos cuando la izquierda de Zapatero estaba en el poder (2005-2008) y lo vuelve a hacer con la derecha de Rajoy en Moncloa. Antes y después de Blázquez fue Rouco Varela, el arzobispo de Madrid, el que ha venido marcando la vida de la Iglesia española durante los años que llevamos del siglo XXI, salvo en el mencionado paréntesis. Y nunca dejó de dar pretextos para que los socialistas pudieran reconocerse en el laicismo. A veces, desbordando los límites de su oficio. Por ejemplo, al aparecer en primera fila de las manifestaciones contra el matrimonio gay o la devaluación académica de la asignatura de Religión.

Genio y figura, Rouco ha vuelto a dar la nota en su último acto público como presidente de los obispos cuando, en la sede espiritual de la catedral de la Almudena, durante el funeral por las víctimas del 11-M, ante las más altas representaciones del Estado, hizo un guiño a los escribanos de la conjura, al relacionar la masacre con “oscuros objetivos de poder”. Es decir, sugiere que la política anda por medio pero como la intención es “oscura”, se excusa de tenerla que racionalizar.

En coincidencia con el primer aniversario de la elección del Papa Francisco en Roma, que se estrenó poniéndose junto a los “indignados” y lavando los pies de unos cuantos presos, la elección de Ricardo Blázquez como sustituto de Rouco podría verse como la entrada en España de la primavera “franciscana” con un año de retraso. De hecho, en su primera alocución después de ser elegido (60 votos de 79), se ha explayado en la “sencillez” del Papa Francisco, la Iglesia de “puertas abiertas” y la reivindicación del Evangelio como llave de paso para el acercamiento de la Iglesia a los “pobres” y los “necesitados”. Nada que ver con lo que Daniel Forcada llamaría las “obsesiones” de Rouco (aborto, divorcio, la familia cristiana, el matrimonio gay, la  asignatura de Religión…)

Pues, eso. Menos dogma y más evangelio, más cerca de la gente y más lejos del poder, más preocuparse de la crisis de la Iglesia que de la del Estado. Y, a ser posible, que la Iglesia española no trate de imponer su moral al resto de la ciudadanía. Ojalá que de verdad estemos ante un cambio de ciclo en el Episcopado español. Pero habrá que verlo porque, como suele decirse, no hay cosa que se parezca más a un obispo que otro obispo.

Ricardo Blázquez, arzobispo de Valladolid y nuevo presidente de la Conferencia Episcopal, gobernó a los obispos cuando la izquierda de Zapatero estaba en el poder (2005-2008) y lo vuelve a hacer con la derecha de Rajoy en Moncloa. Antes y después de Blázquez fue Rouco Varela, el arzobispo de Madrid, el que ha venido marcando la vida de la Iglesia española durante los años que llevamos del siglo XXI, salvo en el mencionado paréntesis. Y nunca dejó de dar pretextos para que los socialistas pudieran reconocerse en el laicismo. A veces, desbordando los límites de su oficio. Por ejemplo, al aparecer en primera fila de las manifestaciones contra el matrimonio gay o la devaluación académica de la asignatura de Religión.

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