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Cataluña no es una multinacional
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Antonio Casado

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Cataluña no es una multinacional

Quienes ayer asistieron en Paret del Vallés (Barcelona) a la inauguración de una planta de Grifols, líder mundial en suministros hospitalarios, debieron tener la impresión de

Quienes ayer asistieron en Paret del Vallés (Barcelona) a la inauguración de una planta de Grifols, líder mundial en suministros hospitalarios, debieron tener la impresión de que Cataluña está a punto de salir a bolsa en los mercados más importantes del mundo. Buena metáfora del nacionalismo. Eso sí, totalmente deshabitado de poesía e incompatible con ese clarinazo emocional de que a los pueblos sólo los mueven los poetas, según dijo otro fervoroso nacionalista comparable a Mas o Junqueras, pero no de Cataluña como unidad de destino en lo universal sino de España.

A Víctor Grifols, presidente de la multinacional farmacéutica que lleva a su nombre, le preguntaron en cierta ocasión si su empresa apoyaba la ofensiva soberanista pilotada por Artur Mas, y respondió que eso era como preguntarle si su compañía cree o no cree en Dios porque, al fin y al cabo, son las personas y no las compañías las que creen o dejan de creer. Ergo, son las personas y no las compañías las que secundarán o no la propuesta segregacionista planteada por la Generalitat.

Pero eso fue hace unos meses, cuando al menos proclamaba sin disimulos que, a su juicio, “la maquinaria política del Estado está rota”. Ahora el presidente de Grifols S.A., con sede en Barcelona, ha establecido un aberrante paralelismo entre la marcha de su compañía y la causa política de Cataluña. “Cuando una organización tiene un objetivo claro y una idea clara para su futuro, no se debe asustar por las críticas que cuestionan su estrategia o su razón de ser”, dijo ayer.

El presidente de Grifols S.A., con sede en Barcelona, ha establecido un aberrante paralelismo entre la marcha de su compañía y la causa política de Cataluña

No debió encontrar mejor forma de clavar la estelada en una aspirina que comparar la accidentada hoja de ruta de Artur Mas con los obstáculos que la multinacional tuvo que superar cuando salió a bolsa (desde 2006 cotiza en la Bolsa española, desde 2008 está en el Ibex y desde 2011 en el Nasdaq). Lo curioso fue que el presidente de la Generalitat aceptase, como si fuese la cosa más normal del mundo, la comparación entre la gestión de una gran multinacional y la forja de un Estado.

“Sé que está pasando por una situación difícil, pero tiene determinación. Así que siga adelante y no se arrugue”, dijo Víctor Grifols mirando a los ojos a un president que le correspondió con una sonrisa y un sentido elogio de su gestión empresarial, “ejemplo de perseverancia frente a las adversidades”.

O sea, que le devolvió la flor, como hacen las personas educadas, al recordar cómo se resistió a tirar la toalla después del primer intento de salida a bolsa. Es evidente que el president estaba rematando el balón centrado por Grifols para deslizar el recado de que, por supuesto, no piensa desfallecer. Sin novedad, señora baronesa.

Quienes ayer asistieron en Paret del Vallés (Barcelona) a la inauguración de una planta de Grifols, líder mundial en suministros hospitalarios, debieron tener la impresión de que Cataluña está a punto de salir a bolsa en los mercados más importantes del mundo. Buena metáfora del nacionalismo. Eso sí, totalmente deshabitado de poesía e incompatible con ese clarinazo emocional de que a los pueblos sólo los mueven los poetas, según dijo otro fervoroso nacionalista comparable a Mas o Junqueras, pero no de Cataluña como unidad de destino en lo universal sino de España.

Artur Mas