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Urnas de mayo: ni frío ni calor
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Antonio Casado

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Urnas de mayo: ni frío ni calor

A un mes y tres días de la cita con las urnas, los españoles miran hacia las elecciones europeas como las vacas miran al tren. No

A un mes y tres días de la cita con las urnas, los españoles miran hacia las elecciones europeas como las vacas miran al tren. No hay señales de vida racional ni emocional entre los votantes ante los estímulos remitidos por los candidatos en modo precampaña. El impacto es mínimo. Tal vez porque mínimo es el calibre de los mensajes. Muy difundidos ya los del PSOE, que nombró a su cabeza de lista, Elena Valenciano, dos meses antes que el PP. Y pendientes de que este vaya peinando los suyos en la reunión que hoy celebra el Comité Ejecutivo bajo la presidencia de Mariano Rajoy, una vez decidida la candidatura del ministro Arias Cañete al frente del cartel.

Rajoy y su partido se enfrentan al primer stress test electoral después de su barrida en las últimas generales con la fundada duda sobre el tamaño del hachazo que la crisis ha descargado sobre su causa política. La matemática del hachazo se parece a la sufrida por el PSOE en noviembre de 2011. Aunque aquella, la de los socialistas, se verificó en las urnas y esta, la del PP, de momento, sólo en las encuestas. Me refiero a las de intención de voto que vienen haciendo los institutos públicos y privados en clave de elecciones generales. En cuanto a las específicas de voto al Parlamento Europeo, ninguno de los dos grandes partidos están dispuestos a encargarlas. En el PP, el asesor del presidente, Pedro Arriola, no las aconseja. Le bastan los datos crudos de los sondeos oficiales (CIS) para saber cómo sopla el viento. Y el líder del PSOE, Pérez Rubalcaba, ha llegado a la conclusión de que sólo sirven para aumentar la facturación de las empresas privadas. Y, eso sí, para crear opinión.

Se confirma el desplome del bipartidismo. O sea, una sensible bajada de los dos grandes: 17 puntos entre los dos, respecto a las elecciones europeas de 2009. Aunque, ojo, no tanto como para impedir que uno de los dos siga ostentando el poder en España. Y lo mismo va a ocurrir en Europa

Veamos. La última que se ha publicado, encargada por un medio de comunicación, es la de Sigma-Dos. Dice dos cosas. Primera: que ganará el PP por tres puntos de diferencia al PSOE, lo cual es dejar las cosas en el llamado empate técnico puesto que el sondeo contempla un margen de error equivalente a ese 3%. Y segunda, se confirma el desplome del bipartidismo. O sea, una sensible bajada de los dos grandes: 17 puntos entre los dos respecto a las elecciones europeas de 2009. Aunque, ojo, no tanto como para impedir que uno de los dos siga ostentando el poder en España. Y lo mismo va a ocurrir en Europa. Retroceden “populares” y “socialistas”, y se va a doblar el número de diputados no inscritos (los que no pueden formar grupo parlamentario). Sin embargo, el puesto de presidente de la Comisión Europea, que por primera vez será elegido y no cocinado entre los jefes de Gobierno de los países miembros, será para uno de los dos grandes. O sea, para Junker, que representa al centro-derecha o para Shultz, que representa al centro-izquierda.

Como también a escala europea la situación es de empate técnico, se supone que la balanza la inclinarán los liberales, la izquierda genuina (a la que pertenece la Izquierda Unida de Cayo Lara) y los Verdes, que en principio parecen inclinados hacia el candidato del centro-izquierda.

A un mes y tres días de la cita con las urnas, los españoles miran hacia las elecciones europeas como las vacas miran al tren. No hay señales de vida racional ni emocional entre los votantes ante los estímulos remitidos por los candidatos en modo precampaña. El impacto es mínimo. Tal vez porque mínimo es el calibre de los mensajes. Muy difundidos ya los del PSOE, que nombró a su cabeza de lista, Elena Valenciano, dos meses antes que el PP. Y pendientes de que este vaya peinando los suyos en la reunión que hoy celebra el Comité Ejecutivo bajo la presidencia de Mariano Rajoy, una vez decidida la candidatura del ministro Arias Cañete al frente del cartel.

Parlamento Europeo Mariano Rajoy Elena Valenciano Miguel Arias Cañete