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Elpidio Silva, ¡vaya prenda!
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Antonio Casado

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Elpidio Silva, ¡vaya prenda!

A la vista de lo ocurrido ayer en la vista pública por prevaricación seguida contra Elpidio Silva (véase la excelente información de Carlota Guindal), supongo que

A la vista de lo ocurrido ayer en la vista pública por prevaricación seguida contra Elpidio Silva (véase la excelente información de Carlota Guindal), supongo que en las academias de opositores se le pondrá como ejemplo de la conducta que jamás puede tener un servidor de la Justicia, aunque sea en la condición de acusado. Se le supone el decoro personal y profesional, como el valor a los soldados, aunque se siente en un banquillo.

Qué mala suerte hemos tenido con este juez quienes creemos que Miguel Blesa, expresidente de Caja Madrid (1996-2009), y Díaz Ferrán, exlíder de la CEOE, son un par de sinvergüenzas. El filibusterismo procesal de Elpidio llegó ayer al punto de que en un momento determinado hasta el propio presidente del tribunal, Arturo Beltrán (con paciencia de santo Job, pero hasta eso tiene un límite), tuvo que salir en defensa de un testigo tachado de “ladrón” por los seguidores de Silva.

El testigo era Blesa, sobre el que pesan acusaciones de administración desleal, apropiación indebida y delitos societarios, de las que de momento se libra por haber caído en manos de un mal instructor. Una instrucción deficiente –mal motivada, por decirlo de otro modo–, es el camino más corto para una anulación de actuaciones contra un presunto delincuente. Pero eso hoy no toca: “No estamos juzgando al señor Blesa, a ver si se enteran”.

No han elegido bien los ciudadanos que ven en este hombre un adalid contra el fraude y la corrupción en las altas esferas políticas y empresariales

Lo que toca es elogiar la actitud del presidente del tribunal, pues su obligación es preservar el fuero del testigo, respetando y haciendo respetar sus derechos. Elemental regla de comportamiento en un profesional de la Judicatura que el juez Silva incumplió saliendo incluso en defensa de la señora que anteayer, desde el público asistente a la vista, había proferido el grito de “ladrón” contra Blesa, al que los preferentistas le tienen tantas ganas, con razón.

No han elegido bien los ciudadanos que ven en este hombre un adalid contra el fraude y la corrupción en las altas esferas políticas y empresariales, con la esperanza de convertirlo en eurodiputado para luchar contra los malos. El circo de ayer y anteayer, por cuenta de la precocinada renuncia del abogado Conde-Pumpido, es en realidad una maniobra dilatoria que buscaba la suspensión del juicio hasta después de las elecciones europeas del 25 de mayo, a las que Silva se presenta.

No está mal que alguien se ofrezca de abanderado en causas tan nobles como el saneamiento de la vida pública. Es lógico que tenga nuestra simpatía. Y si hay que sacarle a hombros, como ayer hicieron los fans de Silva al término de la sesión, pues se le saca. Pero también es lógico una mínima indagatoria en la biografía y las gracias del personaje. Más que nada por saber con quién nos estamos jugando los cuartos en términos de autoridad, mérito, competencia, rango moral, etc. Todos tenemos un pasado. Por sus antecedentes los conoceríais.

Y una vez hecho ese ejercicio de acercamiento sabremos si merece presentarse ante la opinión pública como el Guerrero del Antifaz contra el mal. Si ustedes se toman la molestia de echar un vistazo al pasado del juez que ahora se sienta en un banquillo por no haber hecho bien sus deberes (prevaricación, el más grave delito del que se puede acusar a un juez), verán que todo encaja.

Se encontrarán con un largo historial de expedientes disciplinarios de todo tipo desde hace 20 años por desobediencias, retrasos injustificados en una instrucción, desconsideración con funcionarios, falta de motivación en sus autos. Algunos, por incapacidad. El servicio médico acabó informando en contra de apartarle de la carrera.

A la vista de lo ocurrido ayer en la vista pública por prevaricación seguida contra Elpidio Silva (véase la excelente información de Carlota Guindal), supongo que en las academias de opositores se le pondrá como ejemplo de la conducta que jamás puede tener un servidor de la Justicia, aunque sea en la condición de acusado. Se le supone el decoro personal y profesional, como el valor a los soldados, aunque se siente en un banquillo.

Elpidio José Silva