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¡Socorro!, quince días de campaña
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Antonio Casado

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¡Socorro!, quince días de campaña

Paro y urnas: fondo y forma de un evento programado para los próximos quince días sin solución de continuidad. En torno a esas dos coordenadas, a

Paro y urnas: fondo y forma de un evento programado para los próximos quince días sin solución de continuidad. En torno a esas dos coordenadas, a modo de excusa, girará la campaña electoral que arranca esta noche con la ya virtual “pegada de carteles”. Socorro. No estaría mal hacer cola virtual en los aeropuertos y no volver hasta que pase de mí este cáliz. Es lo que hay y habrá: escándalos precocinados, frases hechas y mentiras de vídeo. Una banda sonora molesta y persistente, como el aspirador en una sala de lectura. Y con el comienzo oficial de la campaña servidor se permite elevar a definitiva su conclusión de que los españoles miran hacia los candidatos y hacia las urnas del 25 de mayo como las vacas miran al tren.

También los actores de la farsa, obligados a patear el escenario, contarán los días que faltan hasta la caída del telón sobre una representación de lucha por el poder que, con el paso de los años y las nuevas tecnologías, se ha ido quedando obsoleta como pretexto para llegar a conocer la aritmética de los votos en la noche siguiente a la final española de la Champions. Nos motiva mucho más, por supuesto. Hasta entonces nos entretenemos con los sondeos. Aunque esa forma de hacer tiempo también incluye el manejo de los mundos sutiles de la demoscopia, ingrávidos y gentiles como las pompas de jabón de Machado, debido sobre todo al hecho de que prácticamente la mitad del electorado no piensa ir a votar o irá pero sin saber aún por qué partido.

De las entrañas oficiales de la oca se desprenden dos relevantes elementos de análisis. Uno es castigo de los votantes a los dos grandes partidos. Y otro es el desgaste del partido en el poder a causa de la crisis económica

Con tanta abstención y tanto voto indeciso, la cocina es libre. Sin cocina, sólo cuenta la intención directa de voto (el encuestado que de primeras tiene claro su voto y lo dice). Ahí hay un empate claro entre el PP y el PSOE (13,6 frente a 13,4%), según el último barómetro del CIS. Y con cocina (procesamiento de intenciones entre los indecisos, en función de simpatía y recuerdo de voto, básicamente), gana el PP por casi seis puntos de diferencia. Pero más allá de apostar por la victoria electoral del uno o del otro en las urnas del 25 de mayo, de las entrañas oficiales de la oca se desprenden dos relevantes elementos de análisis. Uno es castigo de los votantes a los dos grandes partidos. Y otro es el desgaste del partido en el poder a causa de la crisis económica.

Así que, como se viene resaltando estos últimos días, retrocede el bipartidismo porque pierden los dos grandes, pero pierde bastante más el PP si tomamos como referencia el resultado de las últimas elecciones generales. Dicho de otro modo: el castigo que el PSOE sufrió en noviembre de 2011 lo va a sufrir ahora el PP, con una aritmética muy similar. En torno a los 14 puntos que se dejaron los socialistas en aquellas urnas los ha perdido ya el PP en las encuestas y todo parece indicar que los va a perder también en las urnas europeas del día 25, aunque las gane. Lógico. En estos dos años y medio de legislatura, la crisis económica ha descargado sobre el Gobierno Rajoy el mismo hachazo en la facturación electoral del PP que el Gobierno Zapatero sufrió en la del PSOE, lo cual no ha mejorado las expectativas de los socialistas, que siguen como estaban o descienden ligeramente (algo menos de 2 puntos).

Paro y urnas: fondo y forma de un evento programado para los próximos quince días sin solución de continuidad. En torno a esas dos coordenadas, a modo de excusa, girará la campaña electoral que arranca esta noche con la ya virtual “pegada de carteles”. Socorro. No estaría mal hacer cola virtual en los aeropuertos y no volver hasta que pase de mí este cáliz. Es lo que hay y habrá: escándalos precocinados, frases hechas y mentiras de vídeo. Una banda sonora molesta y persistente, como el aspirador en una sala de lectura. Y con el comienzo oficial de la campaña servidor se permite elevar a definitiva su conclusión de que los españoles miran hacia los candidatos y hacia las urnas del 25 de mayo como las vacas miran al tren.