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El descorche constitucional
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Antonio Casado

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El descorche constitucional

Mientras en Zarzuela y en el PSOE se trabajan el descorche generacional, en el PP enseñan la patita respecto a un eventual descorche constitucional, aprovechando el

Mientras en Zarzuela y en el PSOE se trabajan el descorche generacional, en el PP enseñan la patita respecto a un eventual descorche constitucional, aprovechando el efecto placebo de unas etéreas referencias del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, a la necesidad de entenderse con la oposición en la búsqueda de grandes acuerdos orientados a impulsar la “regeneración democrática”, la “calidad de las instituciones” y el acercamiento de los ciudadanos. No lo oímos en vivo ni en directo, sino a través de la número dos del partido.

Pero oír hablar a María Dolores de Cospedal de una “agenda de regeneración democrática” hace el mismo efecto que oírla decir que “el PP es un partido fuerte y unido”. Si no, pregúntese a sus dirigentes regionales, convencidos de que “el Gobierno nos tira de los tobillos hacia abajo”, en gráfica expresión de uno de ellos cuando denuncia lo mal que se explica la reforma fiscal y las dificultades de los ministros para entender los desafíos electorales del partido a escala municipal y autonómica.

Así que menos lobos en lo referente a un posible paso adelante del Gobierno respecto a una eventual “segunda transición”. No hace falta que Benigno Pendás, presidente del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, encargado en su día por Moncloa de diseñar “un plan de regeneración de la vida política”, le vaya diciendo a Rajoy que la situación de hoy no tiene nada que ver con el reto constituyente de 1978 y que, al fin y al cabo, a pesar de la crisis económica, “este es un país con mucha calidad de vida donde aún se puede vivir y convivir”.

El presidente todavía no se ha apeado de su conocido discurso. De hecho, lo claveteó este lunes ante la dirección del PP, en respuesta a las tesis de un PSOE tambaleante y una izquierda radical con hambre atrasada de Tercera República. No abrirá Rajoy ese melón mientras esté planteada una propuesta de ruptura de la soberanía nacional. Además del cuándo y el quién, también quiere despejar el qué, como es lógico. Por tanto, Moncloa apostará por la reforma de la Constitución “cuando estemos todos sentados en la misma mesa con un acuerdo previo sobre los aspectos de la misma que queremos modificar”, no antes.

Que nadie se despiste cuando se especule sobre la posibilidad de que el PP se acabe sumando a la creciente demanda política y social de acometer la reforma de la Constitución para afrontar el desgaste de las instituciones forjadas en el consenso de 1978. Como aviso a navegantes es importante saber que la idea que anida en la cabeza de Rajoy no es precisamente de ruptura, sino de “prolongación del éxito de la Constitución de 1978”, en frase de uno de sus colaboradores. Pierdan toda esperanza quienes, por ejemplo, quisieran reventar el método D´Hondt, la herramienta electoral que ha propiciado la estabilidad del sistema bipartidista, o quienes creen que antes o después el dogma de la soberanía nacional única quedaría a expensas de un referéndum imposible. Ni en Cataluña ni en La Rioja.

Así que vamos a dejarlo todo en esas dos oportunistas sugerencias que han saltado a los medios de comunicación como fruto visible de la reunión del lunes en Génova. Una sobre desaforamientos de cargos públicos, porque 10.000 es demasiado, y otra sobre elección directa de alcaldes o presidentes autonómicos, ahora que el desplome electoral del PP, aun siendo primera fuerza en muchos ayuntamientos y autonomías, puede hacerle perder el enorme poder territorial que tiene en estos momentos si acaba facturando en las urnas menos que la suma de las demás fuerzas.

Mientras en Zarzuela y en el PSOE se trabajan el descorche generacional, en el PP enseñan la patita respecto a un eventual descorche constitucional, aprovechando el efecto placebo de unas etéreas referencias del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, a la necesidad de entenderse con la oposición en la búsqueda de grandes acuerdos orientados a impulsar la “regeneración democrática”, la “calidad de las instituciones” y el acercamiento de los ciudadanos. No lo oímos en vivo ni en directo, sino a través de la número dos del partido.

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