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Sánchez, al rescate del PSOE
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Antonio Casado

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Sánchez, al rescate del PSOE

Pedro Sánchez, el más moderado de los tres, ganó a Madina y Pérez Tapias en votos, en kilómetros, en sonrisas y en cercanía a los militantes,

Pedro Sánchez, el más moderado de los tres, ganó a Madina y Pérez Tapias en votos, en kilómetros, en sonrisas y en cercanía a los militantes, que ayer eran los llamados a rescatar al PSOE del hundimiento político. “Es el día de los militantes”, había dicho por la mañana el todavía secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, cuando acudió a retratarse en la urna. Ya por la noche tomó la palabra en Ferraz para asegurar que el 48% de apoyo de ayer al ganador se convertirá en el 100% de hoy. En esa medida la militancia socialista ha decidido encargar a este madrileño de 42 años, diputado, economista, con francés e inglés, la tarea de liderar la recuperación de un partido al borde de la bancarrota.

Las inequívocas expresiones de unidad en torno al ganador y de fe en la remontada cerraron una jornada histórica que debería contribuir a cambiar los usos y costumbres de la política española. En términos de transparencia democrática y renovación por la base, se entiende. Eso permite afirmar, entre otras cosas, que, además de una participación más alta de lo esperado, el silencio de los actuales dirigentes nacionales y regionales, respecto a sus personales preferencias por uno u otro candidato, ha venido a ser un valor añadido a la legitimidad de origen de un líder elegido sin intermediarios.

Otra cosa es la ineludible necesidad que va a tener el nuevo líder socialista de apoyarse en el tejido organizativo del partido y en los dirigentes con más poder orgánico e institucional. Empezando por Susana Díaz, naturalmente, que, por cierto, lidera la federación que de lejos aportó el mayor número de avales y ha contribuido con el mayor número de votos a la candidatura de Pedro Sánchez. Los más maliciosos dirán que ahora querrá pasar la factura. Prefiero verlo en positivo: lo lógico es que Sánchez gobierne el PSOE en coalición con la presidenta de la Junta de Andalucía y secretaria general de la federación más poderosa del partido.

La enorme diferencia de votos logrados en Andalucía por Sánchez respecto a Madina (61, 5% frente a 21,15%) explica, asimismo, el grave error que cometió el segundo cuando exigió conocer el origen de los avales. Se ganó la enemistad de Susana Díaz y cabreó innecesariamente a los militantes andaluces, a los que indirectamente estaba acusando de ponerse del lado de Pedro Sánchez por obediencia debida. Ha sido una de las claves de la campaña. Sin embargo, sería injusto y poco objetivo exagerar la influencia andaluza en la victoria de Sánchez, que ha ganado incluso en las federaciones de los otros dos candidatos (País Vasco y Andalucía).

Quien dentro de unos días se convertirá en el nuevo secretario general del PSOE con todas las consecuencias (Congreso Federal Extraordinario del 26-27 de julio) ofreció ayer la inclusión de Madina y Pérez Tapias en las tareas dirigentes de un partido cuyas coordenadas no cambian: “Laico”, “de izquierdas pero sin populismo ni demagogia” y “comprometido en la defensa de los más débiles“, según las palabras del ganador. Personalmente se declaró “enemigo de la desigualdad, la injusticia y la corrupción” y, ya en pleno subidón, anunció que había empezado la cuenta atrás para Mariano Rajoy como presidente del Gobierno.

Palabras que entre las bases socialistas sonaron anoche a música celestial. Pero Sánchez va a necesitar algo más que palabras para conseguir que el PSOE vuelva a consolidarse como pilar izquierdo de la centralidad del sistema. Y no lo va a tener fácil.

Pedro Sánchez, el más moderado de los tres, ganó a Madina y Pérez Tapias en votos, en kilómetros, en sonrisas y en cercanía a los militantes, que ayer eran los llamados a rescatar al PSOE del hundimiento político. “Es el día de los militantes”, había dicho por la mañana el todavía secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, cuando acudió a retratarse en la urna. Ya por la noche tomó la palabra en Ferraz para asegurar que el 48% de apoyo de ayer al ganador se convertirá en el 100% de hoy. En esa medida la militancia socialista ha decidido encargar a este madrileño de 42 años, diputado, economista, con francés e inglés, la tarea de liderar la recuperación de un partido al borde de la bancarrota.

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