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Cifras de empleo y lo que cuelga
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Antonio Casado

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Cifras de empleo y lo que cuelga

Es obligatorio reconocer los buenos datos de la EPA del segundo trimestre del año. Un significativo zarpazo al paro (310.400 menos), que por primera vez en

Es obligatorio reconocer los buenos datos de la EPA del segundo trimestre del año. Un significativo zarpazo al paro (310.400 menos) que por primera vez en el vía crucis queda por debajo de las cifras de creación de empleo (402.400 nuevos puestos de trabajo), lo que supone frenar la huida de profesionales y el desaliento de los parados de solemnidad.

También es obligatorio reconocer los trazos gruesos de la España que se avecina. Sobre todo para los trabajadores por cuenta ajena. Millones de españoles que dependen exclusivamente de un salario ya le han visto las orejas al lobo de la precariedad, la temporalidad, el despido fácil, las bajas retribuciones y una creciente pérdida de calidad en los servicios públicos.

Son frutos de esa reforma laboral y esa política de recortes que han venido para quedarse. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, las presentaba ayer como palancas de la recuperación. Otros las vemos como precursoras de una realidad social más injusta y menos habitable. La que no se adivina detrás de los 17.353.000 españoles ocupados, sino de los 5.622.900 parados. Si algún indicador ha de darnos la medida de la España que viene no será el “cambio de 180 grados en el mercado laboral”, celebrado por Rajoy, sino las cifras de desigualdad y pobreza que de tanto en tanto nos ponen los de Cáritas delante de los ojos.

Cuando la evolución de esos dos indicadores, junto a otros como atención a dependientes, número de familias en riesgo de exclusión o calidad en los servicios públicos, empiece a ser tan positiva como la del empleo en el segundo trimestre de de 2014, tocará reconocer que vamos hacia una España más habitable. De momento, sólo vamos hacia una España más competitiva.

La EPA y el paro registrado nos orientan, pero no acaban de retratar el paisaje económico-social ni los dramas ocultos tras un despido, un desahucio, un salario de miseria o un empleo precario (incluido el ‘indefinido’ a tiempo parcial). Si acaso, sólo uno de esos datos oficiales puede anticipar una mejor calidad de vida de los españoles. Me refiero a la cifra de familias con todos sus miembros en paro. Nada menos que 1.834.000. Es verdad que ha mejorado, pues durante los tres últimos meses 145.000 hogares han sido rescatados. Y esperemos que lo siga haciendo para que ese rescate de las capas sociales más débiles también venga para quedarse, como el empleo de mala calidad, la devaluación de salarios y el deterioro de los servicios públicos.

Sobre esos tres elementos basa el Gobierno su intento de remontar la crisis. Así es difícil hablar de mejora en el mercado laboral. Si apuramos el argumento de quienes baten palmas por el cambio de tendencia, podemos llegar al absurdo de que acabar con el paro está a nuestro alcance, siempre que a partir de ahora se acepte trabajar el doble por la mitad del salario y en peores condiciones. En eso parecen estar pensando quienes, frente a los que creemos que la escasez y la mala calidad del empleo nuevo no dan para echar las campanas al vuelo, argumentan que para el parado siempre será mucho mejor un puesto de trabajo precario que ningún puesto de trabajo.

Y es verdad. Con las mismas podemos llegar a una situación en la que el parado debería elegir entre un trabajo de doce horas diarias o ningún trabajo. ¿Acabaremos creando las condiciones para que un trabajador tenga que aceptar sí o sí la vuelta a las jornadas de sol a sol? Siempre habrá alguien que diga, y a ver quién se lo discute, que mejor eso que nada. Y, por supuesto, siempre habrá trabajadores dispuestos a aceptarlo. Lo cual supone desandar el largo y duro camino recorrido en logros como la jornada de ocho horas, el descanso semanal, el subsidio de paro, la representación sindical, la negociación colectiva, etc.

Es obligatorio reconocer los buenos datos de la EPA del segundo trimestre del año. Un significativo zarpazo al paro (310.400 menos) que por primera vez en el vía crucis queda por debajo de las cifras de creación de empleo (402.400 nuevos puestos de trabajo), lo que supone frenar la huida de profesionales y el desaliento de los parados de solemnidad.

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