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El harakiri de Jordi Pujol
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Antonio Casado

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El harakiri de Jordi Pujol

Jordi Pujol, presidente de honor de CDC (¿de honor?), se hizo el harakiri político y moral. En la plaza pública, menos mal. Si el destape de su

Foto: El ex presidente catalán Jordi Pujol. (EFE)
El ex presidente catalán Jordi Pujol. (EFE)

Jordi Pujol, presidente de honor de CDC (¿de honor?), se hizo el harakiri político y moral. En la plaza pública,menos mal. Si el destape de su poco honorable comportamiento (corrupto y mentiroso) lo hubiera hecho la Policía, la fiscalía o un medio de comunicación, la maquinaria nacionalista estaría denunciando ahora la enésima conjura contra Cataluña. Y con conjura o sin ella, nadie hubiera atribuido a la casualidad una filtración de ese calibre en vísperas del encuentro del presidente de la Generalitat, Artur Mas, con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, previsto para mañana en Moncloa.

Casual no es de ninguna de las maneras. Un matiz: el juicio de intenciones no afecta en esta ocasión a los poderosos servicios del Estado. Solo puede centrarse en el protagonista. Él sabrá por qué lo hizo (adelantarse a lo que antes o después sería de dominio público). Los motivos irán aflorando con el paso del tiempo. De momento consigue arruinar el paso de Mas por Madrid. Imagino al jardinero de la Moncloa saludando al president: “Claro que le conozco, don Artur, usted es del partido de Pujol”. Por tanto, la imaginación vuela. Y libres son las conjeturas sobre la eventual relación entre el harakiri de Pujol padre y la poco airosa salida de Pujol hijo (Oriol) de la Secretaría General de CDC, casualmente sustituido por el menos complaciente de los dirigentes con la familia. Hablo de Josep Rull, el ya número dos del partido, que ayer apostaba por el borrón y cuenta nueva por el camino de la refundación.

Lo dicho. El gran Pujol, que no era molt honorable sino todo lo contrario, que financiaba con dinero negro la compra masiva de silbatos silenciadores del himno nacional en el Camp Nou (cosas de Jordi, el hereu), el patriarca, el padre de “familia”, el hombre que reinó durante treinta años en el nacionalismo catalán, ha hecho más por desvanecer el sueño soberanista de Artur Mas (en un minuto, lo que se tarda en leer un comunicado) que todas las apelaciones de Rajoy al cumplimiento de la ley y todas las aportaciones al concurso de ideas sobre el definitivo encaje de Cataluña en España.

¿Es Artur Mas la persona indicada para refundar CDC y seguir liderando la ofensiva del nacionalismo catalán? No es que sea del partido pujolista, como le dirá mañana el jardinero de la Moncloa. Es la criatura política del patriarca que le estaba calentando el sillón a Oriol Pujol, el delfín, el mago de las ITV. Por añadidura, el propio Mas sale en las coplas de la evasión de capitales y una herencia de tardía regulación fiscal. Si lo hacía el jefe, por qué no iba a hacerlo él.

El caso es que ahora la causa política de CDC depende de los jueces y de la ERC de Junqueras. En estas condiciones parece muy complicado que la criatura pueda sobreponerse a la desgracia de su creador. Sin ser una herencia moralmente averiada, véase lo ocurrido con Rubalcaba en el terreno estrictamente político tras su inútil intento refundador de un pasado que le pertenecía. En el caso de Mas, insisto, el legado de su creador está moralmente “podrido”, como escribía ayer Lluis Bassets. Y el sucesor de Jordi Pujol no puede alegar que no lo conoce de nada. O que las trapacerías de la familia Pujol es un asunto privado. Si no decía eso cuando Pujol usaba a Cataluña como parapeto (la patria como último refugio de los truhanes, según escribió Samuel Johnson), tampoco puede decirlo ahora cuando se acaba de descubrir que la usaba como caja registradora.

Jordi Pujol, presidente de honor de CDC (¿de honor?), se hizo el harakiri político y moral. En la plaza pública,menos mal. Si el destape de su poco honorable comportamiento (corrupto y mentiroso) lo hubiera hecho la Policía, la fiscalía o un medio de comunicación, la maquinaria nacionalista estaría denunciando ahora la enésima conjura contra Cataluña. Y con conjura o sin ella, nadie hubiera atribuido a la casualidad una filtración de ese calibre en vísperas del encuentro del presidente de la Generalitat, Artur Mas, con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, previsto para mañana en Moncloa.

Jordi Pujol Artur Mas Convergència Democràtica de Catalunya (CDC)