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V de victoria o V de vencidos
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Antonio Casado

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V de victoria o V de vencidos

Al día después siempre corresponde la polémica inevitable sobre el número de asistentes. Dejen ustedes volar la imaginación entre el medio millón de la Delegación del

Foto: Vista aérea de la Plaza de les Glòries, en la que se han concentrado miles de personas, que han formado una V a favor de la consulta soberanista. (EFE)
Vista aérea de la Plaza de les Glòries, en la que se han concentrado miles de personas, que han formado una V a favor de la consulta soberanista. (EFE)

Al día después siempre corresponde la polémica inevitable sobre el número de asistentes. Dejen ustedes volar la imaginación entre el medio millón de la Delegación del Gobierno y los casi dos millones de la Policía Municipal de Barcelona. Cansina guerra de cifras y cansino quinielismo sobre el desenlace de un despropósito en nombre de Cataluña como unidad de destino en lo universal. No menos cansino que el debate sobre si ayer eran más quienes reclamaban la independencia o quienes reclamaban solamente el derecho a decidir.

Desde el cielo se vio espléndida la “V” de la tarde en una ciudad paralizada por el tricentésimo aniversario de una disputa sucesoria sobre la Corona de España. Y una multitud con forma de “V” de incierto significado: V de victoria, de venceremos, o V de vencidos, como en el “Victus” de Sánchez Piñol, V de vergüenza, como dice Boadella en homenaje al ex honorable, o V de votar, que es la tierra prometida por Artur Mas, el continuador de la obra de Jordi Pujol. Esa multitud, “concentración masiva”, “marea humana”, “cientos de miles”, depara el argumentario para uso de los jefes políticos de la operación hasta el 9 de noviembre.

A saber: ninguna legalidad puede resistir el sonido cautivador de trescientos violines tocando en la misma dirección ni dedicar una mirada distraída a la “mayoría social” reaparecida ayer en ese tramo de oro Diagonal-Gran Vía.

A la adversa legalidad que al president le sale al paso en Madrid, como el gran obstáculo a la culminación del despropósito, se añaden ahora las grietas entre los socios nacionalistas. Ante el más que probable frenazo del Constitucional, la división de opiniones entre Artur Mas (CDC) y Oriol Junqueras (ERC) está más que garantizada. De modo que, de cara a la convocatoria del 9 de noviembre, el president hace un llamamiento institucional a la unidad política, una vez acreditada la mayoría social en forma de V.

“Todo está preparado para convocar la consulta”, dijo ayer sin contemplar hipótesis que pasen por la imposibilidad de hacerlo “con todas las garantías”, según sus propias palabras. En cambio, la hipótesis del divorcio político con ERC se refuerza a medida que se va asentando (confirmando, en realidad) la hipótesis del frenazo legal al intento de fragmentar la soberanía nacional de caja única.

Y ahí es donde se disparan las conjeturas sobre los planes de Artur Mas, empezando por su posición ante la propuesta de desobediencia civil agitada por ERC y los promotores de la concentración de ayer, los que pusieron a todo volumen la banda sonora del independentismo, silenciando a quienes asistieron sólo por el derecho a derecho a decidir: “El 9 de noviembre votaremos y ganaremos la independencia”, tronó Carmen Forcadell, presidenta de la ANC, principal organizadora de la movilización de ayer.

¿Y qué pasará después del divorcio CiU-ERC? Primero, que Mas y su gente culparán a Rajoy, por inmovilista, mientras que Junqueras culpará a Mas por someterse a la legalidad española. En ningún caso aparecerá Junqueras como el culpable porque el gasto y la implicación han sido de otros mientras él esperaba a recoger las nueces en unas eventuales elecciones anticipadas.

No acabo de creerme que Mas quiera convocarlas inmediatamente después del 9 de noviembre, al contrario de lo dicho por Sánchez (PSOE) en referencia al reciente encuentro del presidente de la Generalitat con el nuevo líder del PSOE.

Al día después siempre corresponde la polémica inevitable sobre el número de asistentes. Dejen ustedes volar la imaginación entre el medio millón de la Delegación del Gobierno y los casi dos millones de la Policía Municipal de Barcelona. Cansina guerra de cifras y cansino quinielismo sobre el desenlace de un despropósito en nombre de Cataluña como unidad de destino en lo universal. No menos cansino que el debate sobre si ayer eran más quienes reclamaban la independencia o quienes reclamaban solamente el derecho a decidir.

Artur Mas Oriol Junqueras CiU Esquerra Republicana de Catalunya (ERC)