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Neymar y Messi, costaleros del nacionalismo
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Antonio Casado

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Neymar y Messi, costaleros del nacionalismo

El Barça nunca fue un equipo discriminatorio. Ahora, con su apoyo de facto al independentismo catalán, aparece asociado a una idea claramente excluyente

Foto: La pancarta reivindicativa en el Camp Nou. (EFE)
La pancarta reivindicativa en el Camp Nou. (EFE)

Malos tiempos deben corrercuando uno siente la obligación de explicar que su capacidad de emocionarse, sufrir o alegrarse, sólo o en compañía de otros, por amor a los colores de un equipo de fútbol, no incluye el compromiso de abrazar la causa política de esos otros, o algunos de esos otros, sean cuantos sean. No viene a cuento ni la calidad ni la cantidad de la causa si se trata de celebrar un gol de Messi o de Neymar, o de tirarse de los pelos cuando lo fallan a puerta vacía.

Porque de eso se trata justamente. No de saber cómo les sienta a un argentino y a un brasileño el papel de costaleros de Oriol Junqueras, que el sábado siguió con atención desde la tribuna de autoridades las proclamas de gran parte del público y el despliegue de una pancarta gigante (45 x 46 metros) con la que el club se sumaba a una Diada celebrada este año en clave independentista.

No es patrimonio de los nacionalistas querer a Cataluña, como diría José Bono, ni es obligatorio que un empecinado seguidor del Barça, como un servidor, tenga que hacerse nacionalista por no desentonar. Solo faltaba eso. Sin embargo, los responsables del club de mis amores apadrinaron, en el partido del Nou Camp contra el Athletic de Bilbao, un despliegue de gritos y pancartas independentistas que desbordaron indebidamente la celebración de la llamada fiesta nacional de Cataluña.

Que el F.C. Barcelona celebre la Diada es normal porque es la fiesta de todos los catalanes, no solo de los independentistas. Pero si se asume y se fomenta el carácter separatista de la celebración de este año, como es el caso, se está vinculando la imagen del club a una opción política discutible, discutida y, por supuesto, excluyente. Aunque nunca fue el Barça un equipo discriminatorio en las razas, la religión o las ideas de sus jugadores o sus seguidores, con su apoyo de hecho al independentismo apareció en esta ocasión asociado a una idea política claramente excluyente.

De modo que, partir de ahora, podría sospecharse que el Barça piensa excluir a los jugadores, socios y seguidores que no compartan las ideas de Junqueras y su socio, Artur Mas. ¿Y qué tiene que ver el fútbol con la política?, se me dirá. Pues exactamente eso digo yo.

Tal vinculación de fútbol y política, consciente, deliberada, me parece una falta de respeto a los cientos de miles de catalanes que no comparten esa opción, a los cientos de miles de seguidores del Barça que ni siquiera son catalanes y a los futbolistas extranjeros que, por cientos de miles de euros, defienden con profesionalidad los colores del equipo sin que conste en sus contratos la exigencia de sumarse a tal o cual proyecto político.

¿Qué pasará por la cabeza de argentinos como Mascherano o Messi, brasileños como Alves o Neymar, un francés como Mathieu, un canario como Pedro, un manchego como Iniesta, un hispano-marroquí como Munir, probablemente encantados de vivir en Cataluña, al verse instrumentalizados en nombre de una causa extradeportiva que, además, ni de lejos representa a todos los catalanes? Ficharon por un equipo de fútbol pero el sábado aparecieron, mal que les pese, aunque no consta que por propia voluntad, como costaleros del nacionalismo. Al menos en el minuto 17:14 de juego.

Malos tiempos deben corrercuando uno siente la obligación de explicar que su capacidad de emocionarse, sufrir o alegrarse, sólo o en compañía de otros, por amor a los colores de un equipo de fútbol, no incluye el compromiso de abrazar la causa política de esos otros, o algunos de esos otros, sean cuantos sean. No viene a cuento ni la calidad ni la cantidad de la causa si se trata de celebrar un gol de Messi o de Neymar, o de tirarse de los pelos cuando lo fallan a puerta vacía.

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