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Podemos, como reto del PSOE
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Antonio Casado

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Podemos, como reto del PSOE

Si hay una relación entre la credibilidad rota de los dos grandes partidos y la ascensión de Podemos, también debe haberla entre la eventual conversión de

Foto:  El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)

Si hay una relación entre la credibilidad rota de los dos grandes partidos y la ascensión de Podemos, también debe haberla entre la eventual conversión de Podemos en alternativa de poder y la capacidad del PP y el PSOE para regenerarse.

Las cartas están echadas, pero no jugadas todavía, sobre unos diez millones de votos perdidos –se dice pronto– entre las elecciones generales de noviembre de 2011 y las europeas de mayo de 2014 por las fuerzas centrales del sistema. ¿Van a volver a donde solían en las próximas elecciones generales o van a recalar en el populismo asambleario de los Iglesias, Monedero, Alegre, etc? Lo dicho: depende de cómo Mariano Rajoy, desde el poder, y Pedro Sánchez, desde la oposición, gestionen el acercamiento a una ciudadanía profundamente decepcionada con la clase política, asociando las causas del subidón de Podemos a las causas de la decepción, que han sido perfectamente identificadas por este movimiento de indignados con estudios. Otra cosa es la extravagante terapia que proponen sus dirigentes para el rescate de españoles desalentados. Pero harán muy bien los partidos del centro si aprovechan el diagnóstico para recobrar la confianza de los ciudadanos en la política.

Pero el desenganche va por barrios. Poco significativo por la derecha, donde reina el PP sin competidores, y masivo por la izquierda, si reparamos en que los más de once millones de votos socialistas en las elecciones generales de 2008 mermaron hasta los tres y medio obtenidos en las pasadas elecciones europeas. Esa es, a mi juicio, la principal fuente de alimentación electoral de Podemos y de su inesperado millón largo de votos en dichas elecciones (mayo 2014). Y por eso la mayor responsabilidad en frenar las ensoñaciones populistas de Podemos la tiene el joven secretario general del PSOE, llamado a pilotar la sed de remontada en el centro-izquierda.

Está por ver. Tiempo al tiempo. Con el instinto político y la fidelidad al ideario que le faltaron a Zapatero a partir de mayo de 2010, cuando rompió el pacto comprometido en las urnas con los votantes socialistas. Y sin perder el tiempo en acusar a su principal adversario político, el PP, de estar instrumentalizando a Podemos para dividir a la izquierda. Vaya un descubrimiento. Es lo mismo que haría el PSOE si al PP le saliera un competidor por la derecha. No es el caso porque el PP reina en solitario en esa demarcación ideológica mientras que son tres las opciones ofrecidas al votante de izquierdas (PSOE, IU y Podemos). Y ahí es donde Sánchez tiene que marcar las diferencias entre propuestas creíbles y fogonazos verbales (Antonio Elorzadice acertadamente que son como los tuits, que no necesitan argumentarse).

Ese es el camino: convencer a los españoles de que el PSOE no se acercará a Podemos “mientras quiera convertir a España en Venezuela” y de que “el PSOE es un partido de izquierda que mira al centro”. No es mal comienzo ese puñado de propuestas alternativas a la reforma fiscal del Gobierno, en las que se plantea bajar al 15% las retenciones a los autónomos y la exención fiscal a los parados, así como a los pensionistas y a las familias (con hijos a su cargo) cuyos ingresos sean inferiores a los 16.000 euros anuales.

Si hay una relación entre la credibilidad rota de los dos grandes partidos y la ascensión de Podemos, también debe haberla entre la eventual conversión de Podemos en alternativa de poder y la capacidad del PP y el PSOE para regenerarse.

Pedro Sánchez