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PSOE: alegría en casa del pobre
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Antonio Casado

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PSOE: alegría en casa del pobre

El sondeo de Metroscopia de ayer es agua de mayo para unos dirigentes, militantes y votantes con hambre de remontada en el viejo partido de Pablo Iglesias

La alegría en casa del pobre no da para echar las campanas al vuelo. Pero la encuesta de Metroscopia publicada ayer es agua de mayo para unos dirigentes, militantes y votantes con hambre de remontada en el viejo partido de Pablo Iglesias. A los oídos del nuevo líder del PSOE, Pedro Sánchez, debieron sonar a música celestial las llamadas que durante la víspera compitieron por anticiparle la noticia: el PSOE se pone por delante del PP en expectativas de voto “no cocinado”. O sea, voto más simpatía. “Voto probable declarado”, en lenguaje del profesional. Resulta de sumar intención directa de voto (el encuestado lo tiene claro y responde a la primera) y tendencia probable del indeciso (partido al que votaría si finalmente acude a las urnas).

En resumen, el PSOE ganaría las elecciones en estos momentos con una ventaja de cinco puntos sobre el PP, siendotercera fuerza Podemos, a solo punto y medio del partido deRajoy, una vez sumados únicamente los dos sesgos referidos (voto más simpatía), sin tener en cuenta otros. Computar esos otros sería “cocina”, técnicamente denominada “estimación de voto”, un protocolo siempre polémico, a causa de su carácter “creativo”. Sobre todo en las encuestas por encargo. Es habitual en institutos de sondeos, tanto públicos (CIS, CEO catalán…) como privados. Además del voto directo más simpatía, se tienen en cuenta otros factores de predicción, como, por ejemplo, el recuerdo de voto ("¿Qué votó la última vez?"), la percepción del probable ganador ("¿Quién cree usted que ganará las elecciones?") o la preferencia personal ("¿Quién le gustaría que ganara?").

Este sondeo, por tanto, no ha pasado por la cocina. En explicación reflejada en la ficha técnica por los propios responsables de Metroscopia, “los datos no han sido sometidos a tratamiento de depuración y refinamiento”. La cocina en este caso no está en el tratamiento de los datos, sino en la interpretación política de los mismos. Y eso siempre es de traducción libre. El medio que la ha encargado (El País) habla de hundimiento, desmovilización y desencanto de los votantes del PP, mientras predica lo contrario de los otros dos partidos en liza. Pero parece ignorar que el PSOE, en términos de facturación electoral, no ha levantado cabeza desde que el hundimiento, el desencanto y la desmovilización le llevaron a cosechar los peores resultados de su historia en las elecciones de noviembre de 2011. La encuesta de ayer nos dice que sigue prácticamente igual tres años después (20,3% sobre censo en las elecciones de noviembre 2011, 20,7% en la encuesta de ayer). Mi lectura: el zarpazo de la crisis económica fue tan devastador para el PSOE como lo ha sido para el PP, pues aquel perdió en 2011 lo que por la misma causa están perdiendo ahora quienes prometieron entonces sacarnos de dicha crisis. Ahí seguimos (no confundir crisis con recesión).

Más luminoso es el mensaje del creciente distanciamiento popular del régimen democrático de 1978, un modelo protagonizado durante estos treinta y siete años por PP, PSOE y CiU. Sí, sí, y sus respectivos actores: Felipe González, José María Aznar y Jordi Pujol. ¿Hará falta decir cómo aparecen estas tres fuerzas políticas a los ojos de la gente, en la calle, las instituciones, los medios de comunicación y las encuestas? No, no hace falta. Basta echarle un vistazo a la cotización electoral alcanzada por Podemos y su cantinela: PSOE y PP son tal para cual, con derivada periférica para CiU (costalero sucesivo del PSOE y el PP en nombre de la estabilidad del régimen), donde Artur Mas, el sucesor de Pujol, está a punto de irse a negro en las preferencias políticas de los catalanes.

La alegría en casa del pobre no da para echar las campanas al vuelo. Pero la encuesta de Metroscopia publicada ayer es agua de mayo para unos dirigentes, militantes y votantes con hambre de remontada en el viejo partido de Pablo Iglesias. A los oídos del nuevo líder del PSOE, Pedro Sánchez, debieron sonar a música celestial las llamadas que durante la víspera compitieron por anticiparle la noticia: el PSOE se pone por delante del PP en expectativas de voto “no cocinado”. O sea, voto más simpatía. “Voto probable declarado”, en lenguaje del profesional. Resulta de sumar intención directa de voto (el encuestado lo tiene claro y responde a la primera) y tendencia probable del indeciso (partido al que votaría si finalmente acude a las urnas).

José María Aznar Jordi Pujol Pedro Sánchez Artur Mas