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Ébola: ¿otro Prestige para el PP?
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Antonio Casado

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Ébola: ¿otro Prestige para el PP?

Nos preguntamos si al Gobierno del PP le pueden haber hundido otro Prestige (ejemplo de calamidad mal gestionada). Tal vez sí y tal vez no. Depende

Foto: La ministra de Sanidad, Ana Mato. (Reuters)
La ministra de Sanidad, Ana Mato. (Reuters)

Nos preguntamos si al Gobierno del PP le pueden haber hundido otro Prestige (ejemplo de calamidad mal gestionada). Tal vez sí y tal vez no. Depende de la evolución de los acontecimientos. Lo normal es que la histeria de las últimas horas vaya dando paso a la racionalidad, el sentido común y la confianza. Confianza en los profesionales de la Sanidad, se entiende. No en sus responsables políticos, cuyos primeros pasos en la gestión de la crisis han sido para olvidar. Mejor los últimos, que desvían el protagonismo hacia los profesionales: “Dejen trabajar a los expertos” es la consigna verbalizada ayer tanto por la ministra de Sanidad, Ana Mato, como por el presidente, Mariano Rajoy, con ocasión del desembarco del ébola en el Congreso.

Eso fue por la mañana. Por la tarde la ruidosa marea blanca reapareció frente al Carlos III, desmantelado hace un año como hospital de enfermos infecciosos. Los activistas en defensa de la sanidad pública desempolvaron sus lemas favoritos ("¡Los recortes matan!") y se desahogaron pidiendo dimisiones. Curiosamente, hubo más politización por la tarde en la calle que por la mañana en el Parlamento.

En una decisión cargada de realismo, el líder del PSOE, Pedro Sánchez, renunció a exigir responsabilidades políticas (“No porque no las haya, que las hay muy graves, sino porque no es el momento”), mientras los trabajadores del hospital Carlos III y los “indignados” por las políticas del PP se despacharon a gusto: “¡Sin educación no hay desarrollo, sin sanidad todos al hoyo!”. En cambio por la mañana habíamos asistido a una salida a escena de Rajoy previamente concertada con el líder del principal grupo de la oposición, en la habitual sesión de control al Gobierno. Así se desactivaron las tentaciones de hundirle otro Prestige al PP, a expensas del aprovechamiento que pueda hacer el populismo a la izquierda del PSOE.

No es mala noticia, siempre que el caso no se despolitice. Me explico. Es razonable que Sánchez no quiera potenciar el miedo de la gente, que es un virus infinitamente más contagioso que el ébola. Me parece bien que no quiera convertir la crisis en arma arrojadiza por apremiantes intereses de partido. Pero de ninguna manera eso puede interpretarse o formularse como un intento de despolitizar el caso. Claro que hay implicaciones, trastienda y fondo de carácter político. Porque de ese rango son los recortes en la sanidad pública o las tendencias privatizadoras del partido que gobierna, cuando el partido que aspira a gobernar propone un modelo diferenciado y otro orden de prioridades. Como políticas son las responsabilidades contraídas antes y después de haber importado el virus del ébola con la discutida repatriación de los dos religiosos fallecidos en la capital de España. Discutida incluso entre gobiernos del mismo partido, pues fue una decisión tomada en Moncloa contra el criterio del Gobierno de la Comunidad de Madrid.

Asunto distinto es que Sánchez haya querido aplazar la exigencia de responsabilidades por no alimentar la confusión. Así que ayer, en el Congreso, las cosas no pasaron del reproche verbal a la ministra de Sanidad, Ana Mato, cuyas iniciales explicaciones sobre la enfermera contagiada no contribuyeron precisamente a infundir calma y seguridad a la opinión pública.

Nos preguntamos si al Gobierno del PP le pueden haber hundido otro Prestige (ejemplo de calamidad mal gestionada). Tal vez sí y tal vez no. Depende de la evolución de los acontecimientos. Lo normal es que la histeria de las últimas horas vaya dando paso a la racionalidad, el sentido común y la confianza. Confianza en los profesionales de la Sanidad, se entiende. No en sus responsables políticos, cuyos primeros pasos en la gestión de la crisis han sido para olvidar. Mejor los últimos, que desvían el protagonismo hacia los profesionales: “Dejen trabajar a los expertos” es la consigna verbalizada ayer tanto por la ministra de Sanidad, Ana Mato, como por el presidente, Mariano Rajoy, con ocasión del desembarco del ébola en el Congreso.

Pedro Sánchez Mariano Rajoy