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Ese lamentable obispo de Alcalá

Genio y figura del innecesario obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Plá. Ayer calificó de “intolerable violación de los derechos de la Iglesia” una

Foto: El obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Plá. (EFE)
El obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Plá. (EFE)

Genio y figura del innecesario obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Pla. Ayer calificó de “intolerable violación de los derechos de la Iglesia” una moción del Ayuntamiento (todos menos el PP), que reprueba sus enseñanzas y pide su destierro. Sobrado de autoestima, el señor obispo no se anda por las ramas a la hora de valorar esa iniciativa de los representantes municipales. Lo ve como una prueba más de que “tal y como profetizó Cristo, la historia de la persecución a la Iglesia Católica se repite desde hace 2.000 años”. Tal cual, oiga.

Al enterarse de dicha moción, y de la querella interpuesta por la asociación proabortista El Tren de la Libertad, el Obispado de Alcalá difundió ayer tarde una nota pública donde sostiene que “ninguna institución humana está legitimada para juzgar los contenidos de la Doctrina Católica y aún menos para impedirlos”. Así se las gasta quien compara el aborto con el Holocausto nazi, relaciona la homosexualidad con la prostitución, arremete en las misas televisadas contra las parejas que viven en pecado, nos previene ante las tentaciones de acabar con la libertad religiosa en España y, entre col y col, pide a los fieles que recen por sus enemigos (los suyos de él, se entiende).

Cuesta creer que a estas horas el lamentable obispo de Alcalá no haya sido reconvenido por el nuevo presidente del Episcopado, Ricardo Blázquez, heraldo español de la primavera vaticana. Ya sé que la Conferencia Episcopal es como un lugar de encuentro y que su presidente es una especie de coordinador. No el jefe de los obispos, que solo dependen del Papa y solo a él obedecen. Pero, mire usted por donde, el Papa Francisco se estrenó con su ya histórico “quién soy yo para juzgar a nadie”, cuando se le preguntó por la condición moral de los homosexuales. Y bien sabido es, por otra parte, que monseñor Blázquez es al Papa Francisco lo que su antecesor, Rouco Varela, era al Papa Benedicto.

Si bien suele decirse que no hay cosa más parecida a un obispo que otro obispo, digo yo que en algo se tendría que notar el cambio. Así que, si no el destierro o la condena judicial por incitación al odio, al menos la obligación de leerse tres veces al día los 14 folios de la Relatio post disceptationem, borrador del documento final del Sínodo de los Obispos a punto de clausurarse en Roma. Dice, entre otras cosas, que “los homosexuales tienen dotes y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana” y destaca lo positivo que hay en las parejas de hecho en relación con la institución familiar. Nada que ver con las enseñanzas de Reig Pla referidas a “esas personas que desde la niñez sienten atracción hacia personas del mismo sexo y para comprobarlo se corrompen y se prostituyen o van a clubs nocturnos de hombres. Os aseguro que encuentran el infierno”.

Supongo que el obispo de Alcalá se encuentra en el bloque de obispos conservadores recelosos con el mencionado documento vaticano, que anticipa una apertura sin precedentes de la Iglesia hacia gais y lesbianas, divorciados, matrimonios civiles y parejas de hecho, e incluye una seria autocrítica por el mal trato recibido por estos colectivos en el seno de la Iglesia.

¿Le quedará una reserva de caridad cristiana a monseñor Reig Pla para asumir este nuevo tono o creerá que son cosas del diablo para mantener la persecución a la Iglesia dos mil años más?

Genio y figura del innecesario obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Pla. Ayer calificó de “intolerable violación de los derechos de la Iglesia” una moción del Ayuntamiento (todos menos el PP), que reprueba sus enseñanzas y pide su destierro. Sobrado de autoestima, el señor obispo no se anda por las ramas a la hora de valorar esa iniciativa de los representantes municipales. Lo ve como una prueba más de que “tal y como profetizó Cristo, la historia de la persecución a la Iglesia Católica se repite desde hace 2.000 años”. Tal cual, oiga.

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