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¿Salud y dinero?: fatal, oiga...
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Antonio Casado

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¿Salud y dinero?: fatal, oiga...

De las tres gracias de la copla solo nos queda el amor, que es de acceso libre aunque esté desigualmente repartido. Peor llevamos lo de la

Foto: Entrenamiento para tratar pacientes con ébola. (EFE)
Entrenamiento para tratar pacientes con ébola. (EFE)

De las tres gracias de la copla solo nos queda el amor, que es de acceso libre aunque esté desigualmente repartido. Peor llevamos lo de la salud y el dinero. Una doble nube tóxica nos sobrevuela por miedo al virus del ébola y a una nueva recaída en la crisis económica. Ayer tres personas más fueron puestas bajo sospecha en el hospital Carlos III y otras tres en Tenerife, mientras que el miedo a un nuevo octubre negro se apoderó de la Bolsa.

Son cosas de la globalización. Ahí tenemos la amenaza del ébola, que no respeta fronteras, razas ni clases sociales. Y además le encanta viajar. En Marruecos ya han decidido que, en contra de lo acordado, no piensan organizar la futbolera Copa de África de 2015, los negritos de Melilla escupen a los guardias civiles para meterles el miedo en el cuerpo (quien dice miedo dice virus) y nuestra ministra de Sanidad, Ana Mato, se ha mostrado partidaria de los controles sanitarios en los aeropuertos durante la reunión con sus colegas en Bruselas.

En España le hemos vuelto a ver las orejas al lobo cuando los expertos han detectado los primeros síntomas en los mercados de valores. Eso es la fiebre. La enfermedad es la falta de crecimiento económico. Y nos remite, ay, a las vísperas del gran debate sobre el rescate de España y la crisis de la deuda soberana, cuando todos los españoles sabían lo que era la prima de riesgo y Mariano Rajoy gobernaba a golpes de tijera.

Ahora todos los españoles saben lo que es el ébola y hablan del protocolo como si estuvieran hablando de la táctica de Vicente del Bosque en el último partido de la selección española. Item más, están pendientes del minuto y resultado retransmitido por los portavoces del gabinete de crisis en su versión científica (la versión política, un poco mejor, gracias).

Por si acaso, los de Alcorcón dan un rodeo por evitar el bloque de Teresa (felices de su recuperación), y discuten sobre la carta al más allá del convecino, Javier Limón, marido de Teresa, que se ha dirigido al perro sacrificado, Excalibur, agradeciéndole que haya sido “un ejemplo para el mundo entero” y prometiéndole que “se hará justicia” frente a la “gente mala y sin sentimientos” que lo mandó al otro mundo.

En el más acá, los gurús de Mariano Rajoy miran hacia Alemania, como los de Obama, los de Renzi o los de Hollande, por si la señora Merkel pone de su parte en impedir que avance el virus de la desconfianza y vayamos de cabeza hacia una tercera recesión en Europa. Pero no llegan buenas noticias de Berlín, donde el ministro Schäuble hace oídos sordos a la presión internacional que reclama de Alemania una política más expansiva, de apuesta clara por el crecimiento y el empleo, como palanca reactivadora de la economía europea. “Vamos a invertir, pero sin histerias y sin volver a caer en el déficit público”, ha dicho el poderoso ministro de Finanzas germano.

Si nos falla el dinero y la salud, siempre nos quedará el amor. O el espanto, que une mucho.

De las tres gracias de la copla solo nos queda el amor, que es de acceso libre aunque esté desigualmente repartido. Peor llevamos lo de la salud y el dinero. Una doble nube tóxica nos sobrevuela por miedo al virus del ébola y a una nueva recaída en la crisis económica. Ayer tres personas más fueron puestas bajo sospecha en el hospital Carlos III y otras tres en Tenerife, mientras que el miedo a un nuevo octubre negro se apoderó de la Bolsa.

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