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Antonio Casado

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¡La política, estúpidos!

Los empresarios alzan la voz para decirnos que estamos mal gobernados. Por eso surgen alternativas populistas, como Podemos, y crece la incertidumbre política. Es la moraleja

Foto: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy (c) durante el acto de clausura del XVII Congreso de la Empresa Familiar. (EFE)
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy (c) durante el acto de clausura del XVII Congreso de la Empresa Familiar. (EFE)

Los empresarios alzan la voz para decirnos que estamos mal gobernados. Por eso surgen alternativas populistas, como Podemos, y crece la incertidumbre política. Es la moraleja de sus pronunciamientos públicos, bien aireados ayer en los medios de comunicación.

En los congresos anuales del Instituto de la Empresa Familiar (27% del PIB), nunca habían valorado tan bajo a la clase política (1,08 sobre un baremo de 9 puntos) como en el que se celebra en Alicante estos días negros de corrupción en la vida pública.

Y el llamado Consejo Empresarial para la Competitividad (las 18 mayores compañías de España) se destapa con un plan de choque contra el paro por si el Gobierno Rajoy tiene a bien hacerles caso a cambio de garantizarles la creación de dos millones de puestos de trabajo antes de 2018.

Al hilo de semejante coyuntura informativa, nos propone Carlos Herrera en la radio un debate sobre política y economía (¿habría que decir política económica o economía política?), diferencias, paralelismos y límites entre ambas actividades de la vida pública. Como si de verdad fueran cosas distintas. No lo son, a mi juicio. Hasta tal punto van de la mano que James Carville tuvo que separarlas a martillazos en 1992, con la célebre frase: “¡Es la economía, estúpido!”.

Por razones estrictamente políticas aquel asesor de Bill Clinton había forzado de ese modo una frontera inexistente respecto a las razones económicas. Y ahora, por razones estrictamente económicas, centradas en la necesidad de acabar con unas cifras escandalosas de paro (sin trabajo no hay consumo y sin consumo el motor se para), los empresarios españoles tratan de trazar la frontera a martillazos: “¡Es la política, estúpidos!”.

Véase el clarinazo de los empresarios ‘familiares’ contra la corrupción política en nuestro país. Pero es imposible olvidar en este punto que las prácticas corruptas, o una buena parte de las mismas, pasan por los favores del gobernante al empresario (carga de trabajo público), que este retribuye generosamente por debajo de la mesa. Por no recordar el pequeño detalle de que el anterior presidente de la patronal CEOE, Díaz Ferrán, está en la cárcel. Por corrupto.

En cuanto al poderoso CEC (las mayores empresas del Ibex), que preside César Alierta, se descuelga con un plan de actuaciones encaminadas a salir del agujero. Cualquier partido político lo firmaría como guía de su programa electoral. Sin embargo, aquí y ahora desprende un mensaje tóxico para Mariano Rajoy, cuando le hace saber y nos hace saber a todos que ellos, los grandes de la empresa privada, conocen el secreto de la remontada.

El Gobierno no acierta en la terapia contra el desempleo, pero ahí están ellos, gracias a Dios, para sacarle las castañas del fuego. ¿Y cómo? La solución es sacar del armario a los 307.000 españoles que trabajan en negro sin dejar de cobrar el susidio de paro. Y, además, un nuevo ajuste fiscal de 30.000 millones de Europa por reducción de gastos sin aumentar los ingresos.

Me recuerda a lo que el desconsolado muchacho, tras un desengaño amoroso, le dice al amigo tartamudo que acaba de darle un consejo de larga duración: “Ya, para ti es muy fácil decirlo”.

Los empresarios alzan la voz para decirnos que estamos mal gobernados. Por eso surgen alternativas populistas, como Podemos, y crece la incertidumbre política. Es la moraleja de sus pronunciamientos públicos, bien aireados ayer en los medios de comunicación.

Consejo Empresarial de la Competitividad Mariano Rajoy César Alierta Gerardo Díaz Ferrán