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El niño del PP sabe demasiado
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Antonio Casado

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El niño del PP sabe demasiado

Los sevillanos se despedían de su querida duquesa de Alba, a Pablo Iglesias le había comido la lengua el gato, Isabel Pantoja entraba en la cárcel

No me extraña el tirón. Si solo la mitad de lo que cuenta fueracierto habríacola en los aeropuertos para salir del país. Empezando por su peliculera detención del pasado mes de octubre a cargo de seis agentes de Asuntos Internos, que, como se sabe, es la unidad policial encargada de depurar los asuntos turbios dentro de los Cuerpos de Seguridad del Estado. No podían ponerlo más fácil ante la duda de si Francisco Nicolás Gómez Iglesiasera o no era uno de los suyos por colaboración ocasional con servicios de inteligencia o alguno desus agentes.

Es una de las muchas preguntas que deja en el aire el relato de quien ya ha desbordado nuestras fronteras con el nombre de pequeño Nicolás, comohace mes y medio lo bautizó El Confidencial. Las incógnitas se han multiplicado después de escucharle. Millones de españoles han dejado de verlo como un simple canapero del poder que se movía para salir en la foto. Y un servidor de ustedes se cuenta entre quienes ahora llevan intranquilos la indolente convicción inicial de estar ante un impostor con delirios de grandeza, sin más.

La escalada del niño del PP ha sido impresionante, desde Nuevas Generaciones (ay, aquellos celos de Carromero) hasta codearse con Aznar, Botella, Ignacio González, Esperanza Aguirre, etc. Una parte de su generosa confesión pública se remite a testigos perfectamente reconocibles. Ya están tardando en apagarle los faroles o fustigarse ante sus jefes y, en su caso, ante la opinión pública. El silencio puede ser delator. Y estoy pensando, para empezar, en el director del CNI, Félix Sanz, que debería asumir sin dramatismos que este muchacho no era un desconocido en los servicios secretos del Estado (en cierta ocasión oí decir al general que me sorprendería saber la diversidad de personas dispuestas a hacerlo) o bien desmentirle en primera persona, no por apresurada nota oficial de la Vicepresidencia del Gobierno, cuando Nicolás dice públicamente que era un “Charlie” del CNI.

Hay cinco nombres sobre los que se consolidó la leyenda del pequeño Nicolás. También están tardando en aliviar el estupor de la ciudadanía. A saber: el secretario de Estado de Comercio, Jaime García Legaz (exsecretario general de FAES); el exvicepresidente de la CEOE, Arturo Fernández; el secretario de las Infantas, García Revenga, y dos concejales madrileños del PP, Luis Miguel Boto (Chamartín) y Álvaro Ballarín (Moncloa). Son las personas más cualificadas para explicarnos cómo, quién y por qué a este jovencito le dieron los motivos, la capacidad o el poder de echar una mano a la Corona en la causa judicial de la infanta Cristina, al Gobierno Rajoy en su pleito político con los nacionalistas catalanes o a grandes multinacionales españolas en apuros.

Eso puede ser producto de su dominante inteligencia emocional o el utilitarismo de su fantasía. Vale. Lo acepto. Pero ponerle una escolta policial al jefe de Manos Limpias, Miguel Bernard, ser invitado a la fiesta de proclamación del rey Felipe VI o estar presente en las negociaciones del proyecto Eurovegas (“Mi función era escuchar”) son hechos perfectamente encajables en las coordenadas de tiempo y espacio. Ahí no cuenta la mayor o menor capacidad de fabulación de un individuo.

Así que no nos hagamos trampas en el solitario. El silencio que acaba de romper el pequeño Nicolas, el Little Kennedy (así le llamaba Adelson, el magnate de Eurovegas), ha puesto en guardia a la Prensa y al Estado. Y todavía queda por ver si es un asunto para la Justicia (usurpación de funciones, falsedad en documento, estafa) o solo para la psiquiatría (delirios de grandeza, megalomanía, fantasías de omnipotencia).

El misterio continúa.

No me extraña el tirón. Si solo la mitad de lo que cuenta fueracierto habríacola en los aeropuertos para salir del país. Empezando por su peliculera detención del pasado mes de octubre a cargo de seis agentes de Asuntos Internos, que, como se sabe, es la unidad policial encargada de depurar los asuntos turbios dentro de los Cuerpos de Seguridad del Estado. No podían ponerlo más fácil ante la duda de si Francisco Nicolás Gómez Iglesiasera o no era uno de los suyos por colaboración ocasional con servicios de inteligencia o alguno desus agentes.

Félix Sanz Roldán Artur Mas Moncloa Centro Nacional de Inteligencia (CNI)
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