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Ruz se carga el debate sobre corrupción
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Antonio Casado

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Ruz se carga el debate sobre corrupción

Quisiera equivocarme pero mucho me temo que el pleno sobre la corrupción, convocado para hoy en el Congreso, se va a convertir en el debate sobre

Foto: Fotografía de archivo de la exministra de Sanidad Ana Mato. (Reuters)
Fotografía de archivo de la exministra de Sanidad Ana Mato. (Reuters)

Quisiera equivocarme, pero mucho me temo que el pleno sobre la corrupción, convocado para hoy en el Congreso, se va a convertir en el debate sobre la dimisionaria ministra Ana Mato, “partícipe a título lucrativo” de los delitos supuestamente cometidos por su gurteliano marido, Jesús Sepúlveda. Eso en el hemiciclo, al que llegan los portavoces con las navajas afiladas, a pesar del paso atrás de la ministra “por no perjudicar al Gobierno ni al partido”. En los pasillos habrá división de opiniones sobre la coincidencia de un auto judicial sobre el caso Gürtel–se propone apertura de juicio oral para 43 personas– con un pleno parlamentario sobre regeneración de la vida pública.

Evocando una reciente descarga verbal del fiscal Torres-Dulce, unos dirán que los tiempos del juez Pablo Ruz son estrictamente judiciales. Pongan ustedes ahí a las huestes políticas y mediáticas afines a los grupos de oposición. Y otros, los más afines al PP, se maliciarán que no puede haber sido casualidad el cierre parcial de la instrucción del caso en vísperas de una comparecencia del presidente del Gobierno, en la que Mariano Rajoy se propone anunciar medidas para combatir la corrupción y recordar las que ya se han tomado en tres años de Legislatura.

Ítem más, los diputados del PP tendrán que morderse la lengua en los corrillos de la Cámara por no hablar del “uso alternativo del derecho” y no soltar una carcajada si alguien les recuerda que “la justicia es ciega”. Todo ello en relación con la excelente puntería del juez, que ha ido a hacer público su auto de procesamiento (pase a “procedimiento abreviado”, se dice ahora), apenas unas horas antes de que Rajoy se ofrezca a los españoles como un firme abanderado contra la corrupción. Justo en ese momento es cuando el juez decide sentar en el banquillo a la ministra. Aunque no sea como procesada, sino como responsable civil por haberse lucrado de unos fondos cuyo origen ilícito desconocía. Eso lo dice el juez y es el matiz que la exculpa de responsabilidad penal y hace innecesario el suplicatorio.

Aun así, Mato decidió a última hora de la tarde de ayer presentar al presidente del Gobierno una dimisión que este, créanme, no le había reclamado en absoluto. Lo cual no impide que en Moncloa y en Génova ensalzasen anoche una “decisión que la honra” y que en los pasillos se hable hoy del ejemplo a seguir por dirigentes de otros partidos en situaciones judiciales similares. “Ha dejado el listón muy alto, y a ver qué pasa ahora”, se comentaen medios próximos al PP.

Lo malo es que este ambiente de vísperas puede derivar en la banalización del debate de hoy. Me temo, y ojalá me equivoque, que lo ocurrido ayer nos va a distraer de lo que debería ocurrir hoy. Me refiero a un deseable y constructivo debate sobre los tres bloques de reformas legales apadrinadas por Moncloa. Uno, sobre la financiación de los partidos políticos. Dos, sobre, el régimen de control y transparencia referido a los altos cargos de la Administración General del Estado. Y tres, medidas de carácter procesal y penal orientadas a prevenir malas las prácticas y los comportamientos corruptos.

No debería ser una ocasión perdida de pedir perdón en nombre de un sistema enfermo de inmoralidad. Por su rango institucional, le toca al presidente del Gobierno ofrecerse como avalista de la regeneración prometida por los partidos centrales. Tanto el PP como el PSOE se llenan la boca de palabras que hablan de transparencia, contundencia, regeneración, caiga quien caiga, hasta aquí hemos llegado, etc. Y nadie mejor que el titular del Ejecutivo para garantizar la voluntad política de combatir la corrupción en la vida política. Insisto, en nombre de los dos grandes partidos, cuyas siglas, junto a las de CiU, están vinculadas a los mayores escándalos de corrupción de nuestra reciente historia democrática.

Quisiera equivocarme, pero mucho me temo que el pleno sobre la corrupción, convocado para hoy en el Congreso, se va a convertir en el debate sobre la dimisionaria ministra Ana Mato, “partícipe a título lucrativo” de los delitos supuestamente cometidos por su gurteliano marido, Jesús Sepúlveda. Eso en el hemiciclo, al que llegan los portavoces con las navajas afiladas, a pesar del paso atrás de la ministra “por no perjudicar al Gobierno ni al partido”. En los pasillos habrá división de opiniones sobre la coincidencia de un auto judicial sobre el caso Gürtel–se propone apertura de juicio oral para 43 personas– con un pleno parlamentario sobre regeneración de la vida pública.

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