Iglesias y el 'copyright' del "¡Pásalo!"

Solo nos faltaba que un partido recién nacido quisiera colonizar también la memoria de los españoles. Dice ahora su arrogante líder, Pablo Iglesias, que la indignación viral escenificada ante las sedes del PP en la tarde-noche anterior a las elecciones del 14 de marzo de 2004, fue cosa del grupo fundador de Podemos. En conversación con Iñaki Gabilondo, se adjudicó hace unos días el copyright del famoso mensaje que corrió como la pólvora: “¿Aznar de rositas? ¿Lo llaman jornada de reflexión y Urdazi (sic) trabajando? Hoy 13M sede PP calle Génova a las 18h. Sin partidos. Silencio por la verdad. Pásalo!”.

Menos mal que, al menos de momento, Iglesias y sus costaleros no se han atribuido además la autoría intelectual de la rotunda frase del socialista Rubalcaba: “Los españoles se merecen un Gobierno que no les mienta”, pronunciada a primera hora de la noche de aquella jornada de reflexión electoral, cuando el Gobierno Aznar todavía quería hacernos creer que ETA estaba detrás los brutales atentados del 11-M.

Ahora entiendo mejor a Alberto Garzón cuando denuncia que Podemos ha puesto en marcha una agresiva campaña de captación de cuadros de Izquierda Unida experimentados en tareas de organización. Resulta que no solo quiere apropiarse de sus militantes, sino también de sus ideas. Recuerda Garzón su forma de terminar un artículo que publicó en 2012 sobre los problemas internos de su organización: “Si queremos, podemos”, que alguien aprovechó luego para ponerle nombre a esta escisión de IU. También suele contar Garzón que él ya utilizaba el “arriba-abajo” cuando Iglesias y los suyos seguían hablando del ahora proscrito “derecha-izquierda”.

A lo que íbamos. Quien mejor puede apagarle el farol a Pablo Iglesias es el periodista Fernando Berlín, que en su día localizó y entrevistó en radiocable.com al verdadero autor de aquel SMS que concitó la indignación de una sociedad escandalizada por las mentiras del Gobierno entre un jueves de sangre y un domingo de urnas. Aunque nunca trascendió su nombre, no es el de Iglesias, ni el de Monedero, ni el de Errejón, ni el de Alegre, ni el de Bescansa, ni el de Barrionuevo, sino el de alguien que quiso guardar el anonimato cuando le contó a Berlín cómo se fraguó aquel mensaje de móvil que se multiplicó en internet y en los medios de comunicación no controlados por el Gobierno, como la SER y CNN+, entre otros.

Por cierto, que el colega Antonio García Ferreras puede dar una conferencia sobre la importancia de la radio en aquel repentino levantamiento de la sociedad contra una descarada manipulación del Gobierno.