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Rajoy echa de menos a Rubalcaba
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Antonio Casado

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Rajoy echa de menos a Rubalcaba

Aunque no lo dijo con esas palabras, quienes rodeábamos al presidente en la tradicional ‘copa de la Moncloa’, entendimos la contrariedad de Mariano Rajoy por haber

Foto: Fotografía de archivo de una reunión entre Rajoy y Rubalcaba en la Moncloa. (EFE)
Fotografía de archivo de una reunión entre Rajoy y Rubalcaba en la Moncloa. (EFE)

Aunque no lo dijo con esas palabras, quienes rodeábamos al presidente en la tradicional ‘copa de la Moncloa’ entendimos la contrariedad de Mariano Rajoy por haber perdido un interlocutor en temas de Estado. Nos hace creer que no lo lleva bien, y a lo mejor es verdad.

Incluso tuvo en su día el cordial atrevimiento de pedirle a su antiguo adversario político, cuando Rubalcaba le anticipó su intención de hacer mutis por el foro, que no se fuera, que se lo pensara mejor, que no había motivo para la espantada. Así nos lo confesó ayer a un corrillo de periodistas sedientos de novedades, más allá de su ruptura con los habanos.

Nos queda la duda de si los elogios a balón pasado del presidente al exlíder socialista expresan un cierto aislamiento generacional tras el abandono casi sincronizado del jefe de la oposición y el rey don Juan Carlos, o responden a esa inercia nacional que nos vuelve tan generosos en los obituarios y en las despedidas políticas.

Cuando Rubalcaba anunció su marcha se multiplicaron las gracias del personaje. Se decía y se escribía que perderíamos a uno de los personajes más cabales de la política española. El presidente del Gobierno y líder del PP se refirió a él como un hombre “serio, ejemplar y con sentido de Estado”. Ya era “serio”, “ejemplar” y “con sentido del Estado” mucho tiempo atrás. Sin embargo, Rajoy y su partido llegaron a ver en el dirigente socialista a un ministro del Interior que espiaba al adversario, que colaboraba con el terrorismo (el famoso soplo policial del caso Filesa), que en la oposición era un político sectario con alergia a colaborar con el Gobierno y urdía conspiraciones contra el PP, etc.

Cinco meses después, una cosa es segura: los elogios personales que el presidente del Gobierno dedica a Rubalcaba con carácter retroactivo son sartenazos en el bajo vientre de Pedro Sánchez. En sede parlamentaria ya le ha dicho varias veces que ante sus “ocurrencias” –las de Sánchez–, no puede por menos que añorar a su antecesor. Sobre todo ante los sentidos y presentidos ataques a las vigas maestras del Estado. Pero él sabe perfectamente que también Rubalcaba defendía, y sigue defendiendo en su retiro universitario, la reforma de la Carta Magna.

Rajoy se ha convertido en el gran defensor de la Constitución como clave de la estabilidad frente a las aventuras constituyentes y reconstituyentes que amueblan el cerebro de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. El otro día decía públicamente que “no son estos momentos para ocurrencias, frivolidades o eslóganes que solo muestran la desorientación de quien los hace”. Por la parte que le toca al nuevo dirigente socialista, tampoco distaría mucho la réplica si Rubalcaba no le hubiera pasado el testigo el pasado 27 de julio. A las propuestas reformistas de aquel le hubiera prestado la misma atención que prestó, por ejemplo, al plan de medidas de reactivación económica que un mensajero de Ferraz llevó en mano a Moncloa en mayo de 2013. El documento de 50 páginas aún duerme en el despacho de Rajoy. “Lo estudiaremos”, dijo. Y hasta hoy.

Pero seguirá diciendo que echa de menos a Rubalcaba porque es una forma sutil de arremeter contra el adversario socialista de siempre. Ahora es Sánchez y antes el antecesor. Así que no nos engañe, presidente.

Aunque no lo dijo con esas palabras, quienes rodeábamos al presidente en la tradicional ‘copa de la Moncloa’ entendimos la contrariedad de Mariano Rajoy por haber perdido un interlocutor en temas de Estado. Nos hace creer que no lo lleva bien, y a lo mejor es verdad.

Mariano Rajoy Pedro Sánchez Alfredo Pérez Rubalcaba