Es noticia
Adiós 2014, hola 2015
  1. España
  2. Al Grano
Antonio Casado

Al Grano

Por

Adiós 2014, hola 2015

El año que despedimos esta noche fue el tercero sin ETA, el de la abdicación del Rey don Juan Carlos, el desafío separatista de Cataluña, el

Foto:

El año que despedimos esta noche fue el tercero sin ETA, el de la abdicación del Rey don Juan Carlos, el desafío separatista de Cataluña, el masivo afloramiento de la corrupción con algunos síntomas predictores de una crisis de régimen político por fatiga de materiales, la irrupción de Podemos, el procesamiento de la infanta Cristina y el éxodo de capital humano expulsado de una economía que sale de la recesión pero no de la crisis.

Son las coordenadas de 2014 expuestas a la mirada libre del individuo, como nos enseña Ortega. La realidad nos depara trazos diferentes, según la perspectiva, sin perder la libertad de colocarlos en el reino de las luces o en el de las sombras. Allá cada cual.

A saber: otro año sin redimir de la impunidad doscientos sesenta y seis asesinatos de ETA, la crisis del bipartidismo, el descorche generacional en la Corona y una parte de la clase política (Felipe VI, Pablo Iglesias, Pedro Sánchez, Alberto Garzón, Albert Rivera…), incluyendo el rasgo patológico aportado en la figura del pequeño Nicolás, la sobrecarga de trabajo en los servicios del Estado contra la corrupción en la vida pública y el desplazamiento del malestar social de la calle al nuevo partido de los indignados (el número de manifestaciones en la vía pública disminuyó considerablemente).

Por la adivinación del pasado a la adivinación del futuro. Es más fácil porque no todavía no hay prueba testifical, documental ni pericial de lo que lo que está por ocurrir. Por tanto, uno puede permitirse anunciar impunemente, porejemplo, la exclusión de la hermana del Rey de la línea de sucesión a la Corona, tras una iniciativa parlamentaria que lo reclame como cuestión de Estado y no de familia.

En el hola a 2015 no podemos ignorar el doble seísmo electoral: el de las territoriales de mayo y el de las generales de noviembre que se celebrarán en enero de 2016, una vez aprobados los presupuestos de ese año. Las dos convocatorias alumbrarán un mapa político muy fragmentado. Habrá extraños compañeros de cama en ayuntamientos, diputaciones y autonomías. En las elecciones generales volverá a funcionar el sentido común de los españoles. Los resultados permitirán que Moncloa siga siendo una prueba viva de la mala salud de hierro del bipartidismo. Eso sí, con una oposición bicéfala que Podemos compartirá con el PP o con el PSOE para impedir que el partido gobernante (PP o PSOE, con apoyos externos) haga de su capa un sayo.

Por las mismas canto el ya presentido pinchazo de la burbuja separatista en Cataluña. Con elecciones anticipadas o sin ellas, el tiempo corre en contra del soberanismo impaciente. Por efecto de tres elementos. Uno, la indolencia poscoital del 9-N. La pareja gobernante-gobernado se divirtió y se esmeró en el trance, pero sin procrear. Dos, el brioso desembarco de Podemos, que no está por la segregación. Y tres, la creciente sensación de la ciudadanía catalana de que la causa del independentismo envenena la convivencia sin resolver sus problemas de hipoteca, paro, pobreza y apuros para llegar a fin de mes.

Porque eso es, en fin, de lo que se trata para saber si las cosas irán mejor o peor el año entrante. En Cataluña y en el resto de España. Y siempre por comparación con el año saliente. Hablo del bolsillo de los ciudadanos y las familias. Eso no siempre se corresponde con la marcha de la economía nacional medida en los despachos de Moncloa. De hecho, ya hemos visto cómo en 2014 (el de la recuperación, según Rajoy) han ido mejorando los índices de productividad, confianza exterior y crecimiento del PIB, mientras aumentaba la desigualdad, el empleo precario, los salarios bajos y el deterioro de los servicios públicos.

Es como si el sacrificio de las capas más desfavorecidas fuese el precio a pagar por librarnos del rescate, por salir de la recesión, por ganar competitividad y sanear los mercados. Nos dice Rajoy que 2015 será el año del “despegue”. ¿El de quién? Si eso no se traslada a la creación de empleo y al bolsillo de las familias, no hemos hecho nada.

El año que despedimos esta noche fue el tercero sin ETA, el de la abdicación del Rey don Juan Carlos, el desafío separatista de Cataluña, el masivo afloramiento de la corrupción con algunos síntomas predictores de una crisis de régimen político por fatiga de materiales, la irrupción de Podemos, el procesamiento de la infanta Cristina y el éxodo de capital humano expulsado de una economía que sale de la recesión pero no de la crisis.

Rey Don Juan Carlos Pedro Sánchez Infanta Cristina