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Antonio Casado

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Mas sigue reunido consigo mismo

Con el president encerrado consigo mismo a la búsqueda de decisiones inminentes  “complicadas y no exentas de riesgo”, es difícil conocer a ciencia cierta el minuto

Con el president encerrado consigo mismo a la búsqueda de decisiones inminentes, “complicadas y no exentas de riesgo”, es difícil conocer a ciencia cierta el minuto y resultado de la pasión de catalanes. Pero crecen las señales del pinchazo en la burbuja separatista. El tiempo corre en contra de los planes del independentismo, en estos momentos lastrados por el potente desembarco prenavideño de Pablo Iglesias en Barcelona y la cada vez más cruda lucha por la hegemonía entre dos caudillos, Artur Mas y Oriol Junqueras.

Las reacciones de “los de casa” ante la irrupción de Podemos en el mapa electoral de Cataluña siguen siendo de alquilar balcones (“casposos”, “lerrouxismo”, “caballo de Troya”, etc). En su creativa propuesta por unas elecciones plebiscitarias de lista única encabezada por el president con diputados de un solo uso –el constituyente del nuevo Estat–, la marca oficial de CiU en las redes sociales hizo el pasado fin de semana este llamamiento a la unidad: “El reto que ahora tenemos por delante es que los de casa vayamos juntos”.

Excelente autorretrato del nacionalismo, aunque uno de sus costaleros, Joan Herrera (ICV) haya esperado tanto tiempo a preocuparse porque “hay quien empieza a diferenciar a los de casa de los que no lo son”. Más sutiles han sido los de Guayem, primos-hermanos de Podemos. Su lideresa, Ana Colau, remató enseguida a puerta vacía con una serie de preguntas encadenadas sobre la “casa” a la que podían referirse los de CiU: ¿acaso se refieren a la sede de CDC, que está embargada por corrupción?, ¿o se trata de la casa madre de Jordi Pujol, el proscrito?, ¿hablan de los que son de buena casa? ¿Y no será que les patinó el teclado cuando se disponían a poner “cosa nostra”?

Nada parece haber cambiado, pues, desde la discreta y fallida cumbre nacionalista del 27 de diciembre, a la que se sumaron las tres organizaciones sociales comprometidas con la causa (Òmnium Cultural, Asamblea Nacional y Municipios por la Independencia). Bueno, sí hay un cambio en el paisaje: a Mas le ha salido un competidor en la figura de Oriol Junqueras. De modo que, si los nacionalistas tenían antes un caudillo, ahora tienen dos.

Mas insiste en una sola lista donde las ideas de cada quien se sometan al superior interés, que es el de lograr la independencia de Cataluña en año y medio. Pero sin el apoyo de ERC no le valdría la pena anticipar las elecciones autonómicas, que es su competencia exclusiva.

Por la misma vía totalizadora del pensamiento de “los de casa” y los otros, el presidente de ERC, Oriol Junqueras, también ha lanzado su personal cuento de la lechera. En este caso, las elecciones para una Legislatura “constituyente” deberían ser con siglas, con los partidos compitiendo por separado aunque compartiendo el mismo objetivo programático. Al día siguiente de las elecciones se formaría un Gobierno de unidad, se proclamaría su independencia “a fin de poder negociar con el Gobierno central en pie de igualdad” y el Parlamento sustituiría “unas leyes por otras”. Si él lo dice.

Y ahí seguimos, a la espera de que Mas deje de reflexionar.

Con el president encerrado consigo mismo a la búsqueda de decisiones inminentes, “complicadas y no exentas de riesgo”, es difícil conocer a ciencia cierta el minuto y resultado de la pasión de catalanes. Pero crecen las señales del pinchazo en la burbuja separatista. El tiempo corre en contra de los planes del independentismo, en estos momentos lastrados por el potente desembarco prenavideño de Pablo Iglesias en Barcelona y la cada vez más cruda lucha por la hegemonía entre dos caudillos, Artur Mas y Oriol Junqueras.

Oriol Junqueras Artur Mas