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Esos partidos tramposos y delictivos
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Antonio Casado

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Esos partidos tramposos y delictivos

Más gasolina para los indignados. A Pablo Iglesias le han traído los Reyes Magos una prueba escrita de que la corrupción es consustancial a la “casta”.

Foto: Fotografía de archivo del extesorero del PP Luis Bárcenas. (EFE)
Fotografía de archivo del extesorero del PP Luis Bárcenas. (EFE)

Más gasolina para los indignados. A Pablo Iglesias le han traído los Reyes Magos una prueba escrita de que la corrupción es consustancial a la “casta”. El remitido es del órgano encargado de fiscalizar las cuentas públicas y la contabilidad de los partidos, aunque no es sentencia ni última palabra.

Son efectos de la onda expansiva causada por el dictamen del fiscal del Tribunal de Cuentas, Olayo González Soler, sobre la contabilidad de los partidos políticos durante el ejercicio fiscal de 2012. A todos les atribuye prácticas delictivas, como falsedad documental, evasión de impuestos y blanqueo de dinero. En consecuencia, ya está tardando en trasladar sus presunciones de la jurisdicción contable a la penal para que actúen sus compañeros de la Fiscalía General del Estado.

El dictamen es desalentador para quienes nos resistimos a declarar en ruina el sistema del 78. Y, por desgracia, no permite celebrar el hasta ahora dudoso compromiso del Tribunal de Cuentas-estéril, al menos- contra la corrupción en la vida pública. No estamos hablando de su preceptivo informe anual, el que siempre se nos escurre entre los dedos por ineficaz y tardío, sino solo del informe elevado por un fiscal que, como tal, actúa a las órdenes del fiscal general del Estado.

Hago la precisión porque justamente el Tribunal (12 miembros, nombrados por el Congreso y el Senado) no llega a asumir las valoraciones del fiscal y templa gaitas hasta el punto de justificar, comprender, disculpar, las trampas, los incumplimientos legales y los presuntos delitos detectados.

El cuerpo nos pide comparar las tesorerías de los partidos con sendas cuevas de ladrones. Pero seríamos injustos con los tesoreros, incluidos los Sala y Navarro (Filesa, 1997), que acabaron en la cárcel por delinquir a mayor gloria de sus respectivas organizaciones políticas. Vale incluir también a Luís Bárcenas, aunque en este caso, además de trabajar para el PP, se ocupó de enriquecer su patrimonio personal.

Lo que quiero decir es que los contables de los partidos merecen la presunción de obediencia debida en un orden jerarquizado. De hecho el fiscal González Soler apunta a las direcciones de los partidos como responsables últimos de las irregularidades detectadas. Y esto vale para todos los dirigentes que silban melodías cuando saltan los escándalos por prácticas perpetradas delante de sus narices. Llámese Griñán, por los ERE andaluces; González, por Filesa; Aznar y Rajoy, por Gürtel y Bárcenas; Jordi Pujol, por las trapacerías de Prenafeta y MaciàAlavedra; Artur Mas, por las andanzas de los Pujol; Francisco Camps, por las de Carlos Fabra; Esperanza Aguirre, por las de Granados, Martín Vasco, González Panero, López Viejo….. Y así sucesivamente.

Aun así, doble contra sencillo a que los dirigentes del PP, el PSOE, IU, PNV, CiU, etc. (todos han sido pillados en falta) se hacen de nuevas ante la contabilidad creativa de sus organizaciones.

Al tiempo.

Más gasolina para los indignados. A Pablo Iglesias le han traído los Reyes Magos una prueba escrita de que la corrupción es consustancial a la “casta”. El remitido es del órgano encargado de fiscalizar las cuentas públicas y la contabilidad de los partidos, aunque no es sentencia ni última palabra.

Tribunal de Cuentas