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Rajoy y Sánchez: cuestión de Estado
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Antonio Casado

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Rajoy y Sánchez: cuestión de Estado

El clima de opinión en las filas socialistas se plasmaba en los pasillos de la cumbre de candidatos autonómicos celebrada el pasado fin de semana en

Foto: Rajoy y Sánchez suscriben su primer pacto de Estado. (EFE)
Rajoy y Sánchez suscriben su primer pacto de Estado. (EFE)

El clima de opinión en las filas socialistas se plasmaba en los pasillos de la cumbre de candidatos autonómicos celebrada el pasado fin de semana en Valencia: “Somos partido de Gobierno, pero no podemos olvidar nuestros principios”. En perfecta equivalencia expresiva también puede plantearse al revés: el PSOE no puede olvidar sus principios, pero es un partido de Gobierno.

Esa doctrina ilumina la firma del Pacto Antiterrorista que ayer protagonizaron en el Palacio de la Moncloa el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el líder de la oposición, Pedro Sánchez. Estamos ante una cuestión de Estado y ambos son conscientes del reto en la Europa amenazada por el yihadismo, cuyo zarpazo más cruel ya descargó en España el 11 de marzo de 2004. Nuestro país es lugar de paso en las idas y venidas de los terroristas, lo que nos convierte en frontera permanente con el horror.

En nombre de un interés superior se salvaron las diferencias. La cuestión de principio planteada por el PSOE no ha impedido la firma del cuarto pacto antiterrorista de la democracia. Lo que ha hecho el líder socialista no es tragar con la cadena perpetua, que es de dudosa constitucionalidad y va en contra de los principios de la izquierda, aunque se llame de otro modo, sino poner la política antiterrorista a salvo de las discrepancias en materia penal. En otras palabras: Rajoy y Sánchez decidieron sobreponer la política de Estado a una diferencia legislativa respecto a la aplicación de la pena máxima en delitos terroristas.

Queda sellado el pacto y se incluye, a modo de voto particular, el compromiso socialista de derogar esa pena máxima (“prisión perpetua y revisable”) si el PSOE llega al Gobierno. Dicha figura va en otra reforma del Código Penal a punto de salir del Senado con el voto en contra de los socialistas. No figura en las medidas contempladas en el pacto, pero una de esas medidas remite a dicha reforma. Y de ahí la cláusula de reserva, por llamarlo de algún modo, planteada por el PSOE y aceptada por el PP, que se compromete a mantener vivo el pacto aunque un Gobierno socialista suprima la “prisión permanente y revisable” que se contempla en caso de asesinato. No es uno de los ocho puntos del pacto firmado, pero está camuflada en el preámbulo.

La letra y el espíritu del pacto se proyectarán sobre la proposición de ley que hoy mismo entra en el telar parlamentario. Contiene las medidas pactadas para combatir el terrorismo yihadista en nombre de la “seguridad y la libertad de los españoles”, como subrayaron el presidente y el secretario general del PSOE. Rajoy dijo que el pacto envía “un mensaje nítido a los radicales: la cohesión de la sociedad en defensa de sus libertades, más allá de las diferencias ideológicas”. Y Sánchezaludió al derecho de la gente a contar con políticos capaces de estar a la altura de las responsabilidades encomendadas por los ciudadanos.

Estoy tan de acuerdo con lo ocurrido ayer en Moncloa, después del meritorio trabajo llevado entre bambalinas por Rafael Hernando (PP) y Antonio Hernando (PSOE), que sólo puedo decir amén y esperar la adhesión del resto de los partidos. Sumarse al pacto no impide que, en la tramitación parlamentaria, las medidas previstas puedan retocarse, matizarse e incluso suprimirse. El caso es participaren la común voluntad de preservar de la barbarie a esta parte del mundo civilizado.

El clima de opinión en las filas socialistas se plasmaba en los pasillos de la cumbre de candidatos autonómicos celebrada el pasado fin de semana en Valencia: “Somos partido de Gobierno, pero no podemos olvidar nuestros principios”. En perfecta equivalencia expresiva también puede plantearse al revés: el PSOE no puede olvidar sus principios, pero es un partido de Gobierno.

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